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OPINIÓN - LUNES, 16 DE AGOSTO DE 2010

 
OPINIÓN / EDITORIAL

Beni Enzar, distinta al Tarajal

La frontera melillense de Beni Enzar es diametralmente distinta a la ceutí del Tarajal. Allí la labor policial es de cuerpo a cuerpo con Marruecos porque no existe esa zona neutral divisoria y de colchón que sí hay en Ceuta. La labor es allí mucho más complicada porque Marruecos ha extendido su posición hasta la mismísima puerta de Melilla. En Ceuta existe una equidistancia favorable para la labor de las autoridades marroquíes y española. Se puede trabajar mejor. Pero también son distintos los modos de proceder allí que aquí. Mientras que los intentos de los activistas marroquíes en las cercanías de la frontera de Ceuta han sido cercenados por las propias autoridades del vecino país, en Melilla se permiten con muchísima más flexibilidad. Hasta ahora el respeto y el buen entendimiento en la corta distancia entre autoridades españolas y marroquíes en el Tarajal es evidente. Distinto es, sin duda, en Melilla.
 

Freno a la inmigración

España, y por ende Europa, sigue recibiendo inmigración irregular. La escalada de llegadas en la última semana ha hecho disparar las alarmas. En unas aparentes coordinadas oleadas, se han recibido más de 300 subsaharianos en las costas de nuestro país -más de una veintena en Ceuta-. La facilidad aparente con la que son capaces de salir -de cualquier modo- los inmigrantes desde las costas del norte de Marruecos llama la atención. Los compromisos internacionales que se adquieren deben cumplirse. España y Marruecos están comprometidos en la lucha contra la inmigración y sus redes, así como contra el narcotráfico y el terrorismo internacional. Los dividendos caen de lado marroquí convenientemente más rápidamente que las exigencias.
 

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