Nada de atascos, ni grandes colas, ni discusiones o
enfrentamientos que se pueden llegar a crear en las
situaciones de estrés que otros años se han vivido en el
puerto de Ceuta a la hora de embarcar para cruzar el
Estrecho de Gibraltar durante la operación retorno.
Concretamente la jornada de ayer puso un punto y a parte en
la Operación Paso del Estrecho de este año, cumpliéndose el
primer mes de la misma, a la que se añadió la coincidencia
con el primer fin de semana del Ramadán; dos circunstancias
que hubiesen sido idóneas para que la zona de preembarque de
vehículos se hubiese convertido en una batalla campal para
ver quien entraba primero en el ferry. O, por consecuencia,
durante la cual los voluntarios de Cruz Roja hubiesen
necesitado refuerzos para socorrer a tantas y tantas
personas que durante el sol no prueban bocado ni hidratan su
cuerpo para no poner en tela de juicio sus creencias
religiosas.
A pesar de todo, casi un centenar de pasajeros esperaron en
cada rotación su turno para entrar en las embarcaciones
rápidas, en su mayoría, ciudadanos europeos que regresaban a
sus hogares, para los que les quedaban duras jornadas de
viaje por el apretado sol de los últimos días y el cumplir
con el Ramadán. Eso sí, hasta Francia y Bélgica, los
destinos más frecuentes. “Lo cierto es que, al coincidir con
el calendario lunar, nos quedan siete años todavía
soportando estas altas temperaturas sin probar comida o
beber mucha agua. Pero el cuerpo se va adiestrando y la fe
puede con todo. Además, existe una claúsula en el Corán que
nos permite, cuando viajamos, romper el ayuno aunque luego
tenemos que recuperar ese día. Entonces, cuando estamos
cansados en el trayecto, paramos, descansamos, comemos y
bebemos agua”, advirtió Mustafa Tahgla.
Entre esperas, los pasajeros comentaban la tranquilidad y el
sosiego que este año se vivía en los carriles de la zona de
preembarque. Y tan pocos en tanto espacio incluso daba para
narrar relatos y anécdotas personales como la de Eloy, un
ciudadanos de Corea del Sur que viajaba junto a su amigo
marroquí y, por solidaridad, llevaba tres días cumpliendo
con el Ramadán. “Es un poco complicado pero no voy a caer en
el intento. Además, creo que es saludable para oxigenar el
cuerpo, perder trigliceridos y buscar un cambio en mi vida.
Aunque, sobre todo, por solidaridad y estar en las mismas
condiciones que él durante el trayecto”, confesó Eloy.
|