Decía el padre Feijoo que uno
cuando chochea de viejo es porque, en cierta manera, también
chocheaba de joven, y aunque no estoy muy de acuerdo, de
ordinario, con Feijoo, en esto, sin que sirva de precedente,
le voy a dar la razón.
Donde más se aprecia o se muestra ese “defecto” es en el
cruce de generaciones, porque el mayor, casi siempre,
pretende tener razón, mientras que el más joven, de
ordinario, achaca su opinión diferente a que aquel que le
supera en años ha empezado a chochear.
Quienes, desde hace años, en mi caso muchos ya, estamos en
contacto diario con jóvenes estudiantes, no es extraño que
en ciertas materias tengamos puntos de vista, si no
encontrados, al menos diferentes. Es razonable esto.
Es complicado, si no se sabe adaptar a mentalidades más
jóvenes, para un profesor, entenderse con sus alumnos,
especialmente en ciertos aspectos totalmente ajenos a la
propia materia docente.
Y es que el mundo que vivimos, un mundo cambiante y con
cambios a gran velocidad, no se interpreta igual por una
mente pausada, si no pasada, de quien ha saltado ya de los
60, que la interpretación que va haciendo, sobre los
cambios, un chaval de tan sólo 18 años, pongamos por caso.
¿En ese choque de puntos de vista aparece la
chochez?.Bueno..., si es que hay algo “tangible” que
responda a ese término, ahí, precisamente, es donde se
mostraría la propia chochez.
A lo largo de las últimas semanas, por aquello de que, en
vacaciones, uno no debe estar mirándose el ombligo o
contemplando las estrellas, vengo observando, en personas no
muy distantes de donde yo paso el verano, un afán inmenso
por buscar la razón positiva a todos sus actos, mientras que
la parte contraria, más joven, por supuesto, parece estar
siempre en el error.
Ni lo comprendo, ni lo voy a admitir, y parto, en primer
lugar del contacto ya muy duradero con alumnos de 16-17-18
años, cuando yo, hace ya bastante tiempo he saltado de los
cincuenta.
¿Se puede entender un docente o una persona mayor de 60
años, con alumnos o vecinos de 17?. Creo que si uno es
profesional, o no es un simple “ceporro”, si no llevas el
“paso cambiado” sí se puede entender, porque mal papel y
peor futuro tendrá aquel que base su verdad, en algo fuera
de unas categorías bien estructuradas.
Un joven, por el mero hecho de serlo, y dejo de lado unas
calificaciones buenas, malas o regulares, es capaz de calar
en el mundo de hoy, con más agudeza que quienes hemos
pasado, tiempo ha, del medio siglo.
Es cierto que, a veces, sus conocimientos menos profundos,
les hacen resbalar en las interpretaciones que da a lo que
viene observando. Eso sí, pero que cala más profundo en el
hoy y el ahora, que uno mucho mayor, eso es un hecho.
¿Por qué estoy entrando hoy en esto?. No hay una razón
especial, es, simplemente, analizar una parte de la
sociedad, sus normas de vida, sus planteamientos y el choque
con esos planteamientos mismos, vistos desde la otra parte,
en cuanto a la edad.
Y es que ahora, a pocas semanas del comienzo de un nuevo
curso, en mi caso el que hace el número 42 como docente, mal
haría yo con creerme que ya todo está hecho y que el
profesor siempre debe tener razón, cosa que ni es cierta ni
la comparto.
Sería yo un cretino o un memo si no diera su “justo sitio” a
esos chavales que un día, no muy lejano, van a ocupar el
lugar que hoy ocupamos nosotros. Creerme en superioridad
sería estar empezando a chochear.
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