Ser pobres, aunque algunos no lo
crean, tiene sus ventajas viendo como está el patio, debido
a las campañas de las “telemierdas” donde, cada día,
aparecen unas señoritas contando que se acostaron con este o
con otro y queriendo, por supuesto, que le reconozcan ese
hijo que han tenido de esa relación solicitando, para ello,
que el famoso de turno, se haga las pruebas de paternidad.
En el supuesto caso de que el famosos de turno, decida
hacérselas y resulte que no es el padre, a las mencionadas
señoritas no les pasa absolutamente nada, les basta con
decir, “pues yo creí que él era el padre”.
Y como el padre no aparece, el chaval o la chavala, pasan a
ser unos hijos de… padres desconocido, por la sencilla razón
de que la madre no se acuerda en qué cama o con quién se
acostó quedando embarazada. ¡Ele el ate y las cazuelas de
papas con fideos gordos!.
Lo gracioso del caso es que, cuando estas señoritas van a
alguna de las cadenas donde se producen estos programas de “telemierdas”,
a contar esas historias de cama, todos los posibles padres
son personajes famosos e incluso famosotes, a los que se les
puede sacar algo de dinero.
Ninguna de las cuentas historias denuncia que el padre de su
hijo es un “boyao”, que se pega catorce horas trabajando
para medio vivir en lo alto de un andamio o dejándose los
riñones pegados a la tierra donde tiene que trabajarla para
poder comer. Esos no cuentan porque no tienen un euro que se
les pueda sacar.
De ahí que diga la suerte que tenemos los pobres, en
situaciones como las anteriormente relatadas. Ni nos
aparecen hijos con señoritas que no hemos visto en nuestra
vida, ni tenemos que hacernos prueba de paternidad alguna.
No me negarán que tal y como está el patio, en los programas
de las “telemierdas”, no es una suerte esta de ser pobres y
por esa razón vivir con toda la tranquilidad del mundo
mundial, sabiendo que nada ni nadie nos va a molestar, ni
nos va a parecer hijo alguno por esos mundo de dios.
A pesar de todo, incluida la suerte de ser pobres para que
nadi nos venga reclamar nada de hijos ni de leches, algunas
de esas señoritas que han tenido un hijo o una hija con
algún famoso con parné, les ha tocado la lotería, pues viven
de p… contando la historia del asunto ese en que se acostó
con el famoso y este la dejó embarazada.
Sin ir más lejos, la que algún tonto con terrazas y barbacoa
le ha dado por llamar “la princesa del pueblo”, Belén
Esteban, lleva once años viviendo del cuento te contar
siempre la misma historia, que de tantas veces repetidas ya
huele tanto a añejo que está perdiendo interés harta por el
personal seguidor de semejante personajillo.
Como la cosa está perdiendo atractivo para el telespectador,
han dejado a un lado el asunto de Jesulin y la Campanario,
para buscarle otro enemigo, en este caso enemiga, la
periodista Pepa Jiménez, que le dé el juego suficiente para
mantenerla en el candelero. El ocaso de “la Esteban, estás
llegando a pasos agigantados, aunque no les guste a los
personajillos que conforman la España de palmas y
panderetas.
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