No es algo positivo que en una
profesión se tengan que cumplir bajo amenazas o coacciones
sus cometidos.
Y es que veo en el diario El Mundo, del pasado viernes, seis
de agosto, que hay cierta presión sobre la Guardia Civil y
la amenaza de cobrar menos, si es que no hay más denuncias,
multas o multas y denuncias a la vez.
Ni lo entiendo, ni lo voy a comprender jamás, que las altas
esferas de un departamento como es Interior pretenda que un
cuerpo digno, honrado, entregado en todos los momentos a su
labor, tenga que convertirse, además, en “recaudador de
impuestos”.
Repito que, ni lo entiendo, ni nadie de dentro, ni de fuera,
podrá aceptar una “barrabasada” de este tipo.
En la página 11 del citado diario se dice:” Rubalcaba
amenaza a los guardias con menos sueldo”, y más tarde
sigue:” La AUGC asegura que Interior ha advertido que si que
si bajan las multas y denuncias, también, lo hará el plus de
productividad”.
Ni afirmo, ni niego que esto sea cierto, pero si a un cuerpo
solvente y que no es el mejor pagado, se le “fuerza” a
“fulminar” a los ciudadanos a base de dinero, estamos
entrando en un callejón sin salidas del que la Guardia Civil
no puede salir bien, los ciudadanos saldrán peor y el
prestigio de las fuerzas de seguridad quedará por los
suelos.
En muchas ocasiones he escrito sobre la Guardia Civil y
siempre he partido de la idea de que estamos ante un cuerpo
íntegro, ante un auténtico modelo de lo que es el servicio a
sus cometidos y que con ello ha logrado que, siempre, haya
sido respetado y valorado por todos. Eso nadie lo discute y
el que lo discuta es un necio.
La Guardia Civil, como todo aquel que tiene un sueldo del
Estado, se ha visto afectada por el tijeretazo a los sueldos
y como todos, aunque no haya sido de buen grado, lo ha
aceptado, sin más.
Ahora bien, que a esto se le vaya a sumar el que si bajan
las denuncias, bajan los incrementos salariales, eso ya
sería “pasarse tres pueblos” con “exceso de velocidad”, cosa
que yo, particularmente rechazo.
Intimidar a la Guardia Civil es intimidar a los principales
mantenedores del orden, en gran parte del territorio
nacional, e intimidar para que denuncien más es “saltarse
desde un despacho” el honor y la profesionalidad de quienes,
desde su fundación han mantenido viva la idea de seriedad y
de cumplimiento de todas y cada una de sus funciones.
Y que esto no es un simple juego de un grupo dentro del
cuerpo, como la AUGC, nos lo demuestra el hecho de que la
Unión de Oficiales de la Guardia Civil Profesional también
se suma a esta situación de descontento.
Ya en repetidas ocasiones hemos tenido la oportunidad de
enjuiciar acciones con verdadero peligro para sus vidas, por
parte de la Guardia Civil, sin que hayan temido por el
riesgo que entrañaban algunas operaciones.
A lo largo de muchos años, ya hemos tenido la oportunidad de
lamentar docenas y decenas de bajas de miembros de la
Guardia Civil por haber arriesgado su vida, en operaciones
muy complicadas. Nunca se quejaron de ello y sus viudas o
sus huérfanos aceptaron con resignación las condolencias de
los políticos de turno.
Ahí es donde se ve y se ha visto, especialmente, lo que es
la Guardia Civil y no en si han puesto 5 o 17 denuncias. Los
profesionales de la Guardia Civil mal harían si llevaran el
camino que les marcan tres políticos, que
circunstancialmente mandan en un momento dado.
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