El mes de agosto es de mucho
pachanguéo y de mucho chumba-chumba, porque el turismo es
fiestero por naturaleza y de comerse en la tierra de ellos
para el almuerzo un sándwich de pan integral, más negro que
el pecado y como acompañamiento un pedazo de pepinillo en
vinagre, de la calidad de vida tan gris y tan tiritonera que
tienen, a venir a la terraza del chiringuito y ponerse
cieguecitos de paella para cenar a las cinco de la tarde y
encima meterse entre pecho y espalda todos los tintos de
verano que les quepan en los ocho metros de intestinos, hay
un trecho.
Y encima, con la avalancha de guiris, se incentiva la
economía y se crean unos cuantos empleos precarios que dan
de comer a un puñado de familias. De hecho, vienen parados
de otros lugares al olor de las jornadas intensivas en los
bares y los restaurantes, se revientan a trabajar, comparten
piso, como cuando se van los malagueños que otrora
trabajaran en la construcción, a la fresa de Huelva o a la
aceituna de Jaén. O los miles que se tienen que alargar por
necesidad a la vendimia de Francia y luego seguir de
temporeros buscándose la vida en Bélgica. Hombres y mujeres
andaluces, a quienes, la crisis brutal, obliga a una
movilidad continua que tiene mucho de desarraigo. Pero la
necesidad achucha y aprieta y nosotros siempre le hemos
echado muchos huevos a trabajar y somos especialistas en
enjaretar la maletilla y encaramarnos a vagones de tren. Eso
sí, tenemos la suerte de que, en los trenes ya no hay
tercera, lo menos es “clase turista” y se va muy bien y en
los autobuses también hay confort y ponen películas para que
la gente las mire y no mire hacia atrás cuando el chofer se
pone en marcha.
¡Chumba- chumba, la España del pachanguéo en la que unos
vacacionan y otros se esloman tan felices del dinerito que
se van a llevar para sus casas! Y aceitunita comida,
huesecito en mano. Y todo esto, me refiero al trabajo
temporal, que no al chumba-chumba, me viene a la sesera por
el sentimiento de sorpresa que he experimentado por el tema
de las manifestaciones en Ceuta. De hecho pienso que el
Delegado de Gobierno y las Autoridades varias deben ser
paraditos. Porque nunca jamás, en ninguna ciudad andaluza
del signo político que sea, los mandamases iban a permitir
que, un puñado de manifestantes 1º Dieran mala imagen ante
el turismo 2º Molestaran e incordiaran repetidamente a los
ciudadanos 3º Colapsaran ni tan solo por cinco minutos la
ciudad. Eso aquí no pasa. Y manifestaciones multitudinarias
por el cierre de empresas o por reivindicaciones diversas no
han faltado, siempre con permiso de nuestra Subdelegación de
Gobierno, con la policía controlando el tráfico y con un
itinerario fijado de antemano y seguido escrupulosamente.
Follones ni medio. Y si hay follones les ponen una multa a
los organizadores que se cagan y la Policía Nacional irrumpe
con muy pocas contemplaciones, ya saben “resistencia y
desobediencia a agentes de la Autoridad” las setenta y dos
horas gratis en los calabozos y el paso al Juzgado de
Guardia. Lo normal en esta España nuestra tan cívica, donde
se respetan leyes y reglamentos de convivencia por el bien
de todos y donde te ven tirando un periódico a la basura y
el primero que pasa te pone mala cara “¡Coño! ¿Es que no
sabe usted que el papel se recicla?”.
Pero eso de la “manifestación cronificada ceutí” me ha
parecido un fenómeno extrañísimo y estrambótico, un
poltergeist, porque parados hay millones. En Andalucía la
mitad de la población activa. Pero los de los sindicatos no
les sacan a las calles, sino que les aconsejan sobre
perspectivas laborales en las diferentes autonomías. ¿O es
que los parados malagueños van a exigir que se les emplee
por cojones en Málaga? De eso nada, es absurdo. Se van donde
estén el pan y el jornal, aunque sea a las duras campañas de
recolección aragonesas. Y, por cierto ¿Se manifiestan por
algo en concreto los parados ceutíes amen de por el hecho de
pertenecer a los millones de parados españoles?. ¿Qué no
tienen empleo en Ceuta? Normal. Los bancos no dan créditos y
las empresas se arruinan y no generan trabajo. Pero media
España anda itinerante de campaña en campaña y son los tipos
de los sindicatos quienes aconsejan e informan.
Veo que hay un abuelete de Comisiones llamado Arístegui que,
la criatura cree que estamos todavía en la lucha obrera de
1975 y en lugar de partirse el culo buscando ofertas
laborales en toda la geografía, saca al proletariado a las
calles y suerte tienen si no les endosa la bandera con la
hoz y el martillo. Natural, está mayor y según me relatan
mis fuentes, como el lider obrero tiene nosequé puestecillos
y va a renunciar a ellos a favor de una serie de
desempleados ceutíes, para dejar ganarse la vida a gente de
refresco, se cree con mucho ascendiente moral y se pirra por
la manifestación-obrera-setentera y por llevarse, ahora que
se jubila y reparte sus puestecillos, la memoria histórica
de “las barricadas”. Bueno, pues que le dejen si le hace
ilusión y el que venga en su puesto actúe ya de una vez como
un sindicalista del siglo XXI y se dedique a informar sobre
las ofertas de empleo en toda la península, como hacen todos
los de los sindicatos, porque, si les liberan es para que
hagan algo medianamente útil. “Muy útil” no, que es mucho
exigir en tiempos de pachanguéo, que hay chiringuitos en los
que hacen disfrazarse a los camareros de Luis Candelas o de
bucaneros ¡un calor pasan los pobres! Pero los españoles
vienen y van, carretera y manta, loquitos por trabajar, se
van hasta a Portugal, aunque eso no es muy meritorio porque
allí son como primos hermanos y se pirran por el spanish
chumba-chumba mix.
¡Eso es lo que yo propondría! Que, cuando el camarada
Arístegui, tan de la vieja escuela del padrecito Stalin y
tan entrañable, haga el acto ese que va a hacer para dar sus
puestos, se le organice una fiesta chill- out, algo caribeño
y de buen tono, un homenaje a la autenticidad de su
solidaridad para con unos cuantos desempleados, da lo que
tiene y no tiene una Notaría, pero se agradece igual porque
lo que importa es la generosidad de la iniciativa y del
gesto. ¡Qué se organice un buen pachanguéo en plan fiestón!
Pero con los camareros vestidos normales, por favor.
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