Prohibido, prohibir! Fue una máxima que hace tiempo se decía
en las calles. Y siempre he pensado, que quizás, sea una de
las cosas más acertadas que he oído. Además, creo que es lo
más apropiado a lo que ha pasado con nuestra fiesta nacional
en Cataluña. Que conste que no soy en absoluto aficionado a
la fiesta taurina, pero en algo si que estoy de acuerdo en
estas cosas, deben ser los propios aficionados, los que
deciden con su ausencia a las plazas, si quieren o no los
toros; a sí de simple. ¡Eso si que sería verdadera
democracia!, y es la regla de oro del mercado Lo que no debe
aceptarse es el prohibir por prohibir. Por eso discrepo del
parlamento catalán y su decisión de llevar el luto a los
toros en su tierra.
¡Vaya desvarío!. Mal año, para la fiesta. Porque, como si un
tercer Catón romano, cayese de los cielos, los catalanes
parlamentarios favorables han estrangulado, en proporción al
tamaño de su entrepierna, la fiesta de los toros. ¡Vaya
políticos, que enfrentan e imponen sus propios intereses a
los de la mayoría!. Siempre ha existido mucho compañerismo
entre estas almas pacificadoras, por lo que supongo que
estarán muy contentos los enemigos de la fiesta nacional.
Desde siempre he observado a estos nuevos buenistas, con
cierta desconfianza. Dudas, fundamentadas en que aunque, no
cabe ninguna duda de que todos participan de una idea común,
y esta es: La creencia de cualquier componente de la fauna
mundial deben sobrevivir, dedicando, en contra de la
realidad, todos sus esfuerzos en procuran prohibir que los
humanos acabemos con un solo espécimen de ellos. Luego, cada
grupo, y son muchísimos, cada vez que dan un paso hacia
delante, mantienen actitudes tan diferentes dándose la
paradoja de ser muchas veces antagónicas, ya que no saben si
defender al gusano al pájaro. ¡Hay que ver como se hacen
líos con todo lo que camina por la tierra! Y sobre todo,
porque dudan sobre los medios que se exigen para instaurar
un mundo de buenismo en toda la tierra. ¡En el fondo,
desconocen la realidad de la propia naturaleza y las
necesidades humanas!. ¡Pero bueno, así son ellos!.Y en el
fondo mantienen una filosofía universal.
No obstante, estos buenistas, encuentran aliados
insospechados, y ente ellos tenemos a los grupos de
fanáticos románticos, que buscando la aldeanura de
mantenerse en sus terruños como algo distinto y diferente a
todas las demás sociedades humanas, son capaces de mantener
su imagen de liberador. Son los iluminados, que buscan la
diferencia con todos, al precio que sea. Es una especie de
complejo compensado. Y así, una vez que alcanzan la
política, ven que esas ideas les sirven además para
mantenerse en el poder y seguir viviendo de ella. ¡Son los
nacionalistas!. Gentes excluyentes, carentes de cualquier
atisbo de filosofía universal.
Los problemas surgen, cuando se produce la unión interesada
que hacen los segundos de los primeros, para alcanzar sus
fines. ¡Que nadie se olvide! Fines, totalmente diferentes a
los buenistas. Porque ¿Puede un nacionalista, ser buenista
universal? ¡Sería contradictorio! Miren esto es como el
pacto ovejas y lobos. Al fin, los lobos se comen a las
ingenuas ovejas. Porque, estos buenistas y nacionalistas, no
pueden caminar de otra manera, que no sea el beneficio
propio de los segundos.
Decía Machado, que en España de cada grupo de cabezas (10),
unos cuantos piensan (1) y otros embisten (9). Esto es lo
que debe haber pasado en Cataluña con la fiesta nacional.
Los nacionalistas se han aprovechado de los buenistas para
seguir con su política de diferenciación con el resto del
territorio nacional. Porque no nos olvidemos ¿Qué parlamento
no tiene en abundancia personas responsables y serias, a
cuyo lado se sientan también personas necias?. Porque los
que votaron afirmativamente la prohibición, solo vieron un
signo español que debían eliminar y como no tienen otra
obsesión en sus mentes, vieron con ello como acabar con otro
símbolo de identidad l. No hubo otra justificación. ¡Los
toros, les traen al pairo!. Solo, han buscado que nadie les
confundiese con las demás partes del territorio nacional
¡Ellos no son España!.
Y de esta manera, de una forma absurda, Cataluña, ha dejado
cáscaras de silencio, en todas sus plazas de toros. Duermen
los capotes, duermen los burladeros. Solo han dejado
cementerios vacíos, sin gritos ni sonidos.. ¡Solo el viento
recorrerá su foso, moviendo su arena!. Ya sólo quedan
sombras que no le pertenecen. Ya nunca llegara al reloj la
larga hora que cantaban nuestros poetas. Sólo en los
recintos toreros, quedan colgadas las interrogaciones de los
innumerables aficionados. ¡Qué pueden hacer ahora! Disfrutar
tan solo de los toros embolados tan arraigados en esas
regiones.
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