He estado pendiente de las
votaciones sobre las corridas de toros en Cataluña. Y tengo
que decir que, al conocer el resultado de las votaciones, me
he sentido decepcionado por la prohibición de las mismas en
tierras catalanas donde tanto arraigo tiene la Fiesta
Nacional.
Y es ahí, en eso de la llamada Fiesta Nacional, por llamarse
así ha salido la prohibición de las corridas de toros, entre
a alegría de los nacionalista y los independentistas. Nada
de extrañar esta prohibición en un país, como el nuestro,
donde se ha puesto de moda todo cuanto sea prohibir.
Ni me gustan los toros ni asisto a corrida alguna de la
Fiesta Nacional, lo que no implica que respete la decisión
de acudir a ella a todos aquellos que son aficionados a los
toros.
Mi decisión, como no aficionado a los toros, es no asistir a
esa clase de espectáculo lleno de arte pero al mismo tiempo,
no trato de impedir que se prohíba ese espectáculo tan
nuestro, porque el tratar de prohibir algo, no es más que ir
contra la libertad del individuo, en un país donde se dice
que estamos en un Estado de Derecho y Libertades.
Los que aplauden y se felicitan por que se hayan prohibido
la corrida de toros en Cataluña, seguro que muchos de ellos
comen cerdo, con el sufrimiento que tiene este animal cuando
lo van a sacrificar o regalan flores, algo tan tradicional
en Cataluña en determinada fecha, donde el mejor regalo es
una rosa y un libro cuando las flores al ser cortadas
lloran.
Lo que no es más que una falsedad y una hipocresía la de
luchar y festejar la prohibición de la llamada Fiesta
Nacional, pero permitir, estos mismos personajes, que se
sigan llevando a cabo todos esos festejo de los toros
embolaos, portando fuego en sus cuernos al que tan dado y
tan tradicionales son en algunas fiestas de distintos
pueblos de Cataluña.
Por lo visto, para todos estos personajes, los toros
embolaos con fuego en sus cuernos, esos no sufren. Es más,
igual hasta estos animales disfrutan con sus cuernos con
fuego persiguiendo a quienes se les ponen por delante.
Manda…la cosa. Y en algunas ocasiones, esos toros que tanto
disfrutan, muren reventados de tanto correr. Ahora, eso sí,
disfrutar los toros embolaos, disfrutan lo suyo y no sufren
absolutamente nada.
Muchos de estos que tanto empeño han puesto en abolir la
Fiesta Nacional en Cataluña, seguro que habrán votado el
aborto, porque hay no sufre nadie. Cómo va a sufrir un feto
que quiere nacer y no le dejan. Los que sufren de verdad son
los toros bravos, que no valen para otra cosa que para morir
en las plazas de toros.
De todas formas estamos tan acostumbrados a levantaros con
alguna que otra prohibición, que el día que no se prohíba
algo, nos vamos a sorprender y hasta puede que nos
enfademos.
Sin contar el coste económico que va a tener esa prohibición
de las corridas de toros en Cataluña y la cantidad de
puestos de trabajo que se van a perder. Cosa, ambas dos, que
les importa tres pepinos a esos políticos que tanto dicen
querer y luchar por el pueblo. ¿Es querer y luchar por el
pueblo, la perdida económica que ello supone y la perdida de
puestos de trabajo?. A quién, en verdad, le importa qué
usted se quede en el paro?. Sólo le importa a usted.
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