Afinales de los cuarenta y principio de los cincuenta. En la
primera semana de Agosto, al igual que hoy, cogiendo el día
de la Virgen de África ya estaba instituida la celebración
de la Semana de Feria.
No recuerdo cuantas peñas taurinas habían en nuestra ciudad,
lo que sí evoco entre neblinas es, que el plantel que
existió en Ceuta de los emuladores de Manolete, sumaban más
de cuatro. Entre los nombres que se me vienen a mi mal
tratada memoria: El Momi, Luis Fort, Sanchez...?, y sobre
todo por su peculiaridad, al Pajarraco, hombre sin oficio
reconocido, que lo mismo hacia de aguador, que arrimaba
fardos donde le llamasen, o que se iba con el carretero que
tenía que transportar lo que fuese , y que en semana de
toros en Ceuta, cuando le daban una becerrada o novillada,
que en esa época yo no las diferenciaba, se transformaba ,
pasando de llevar unos raídos pantalones, remendados a la
moda de la época , cogido a la cintura por un trozo de
cuerda, y con el desaseo propio del trabajo que realizaba,
para transfigurase al realizarse un aseo con esmero, lavada
la cabeza, bien afeitado , enfundábase en un muy pulcro
traje, después de ponerse una limpia y planchada camisa,
ejecutada con cariñoso celo , por ser para él, por las
lavanderas y planchadoras del Patio Centenero.
El Pajarraco, con impolutos zapatos, abrillantados por
limpiabotas de la época ,como debía de ser, con exóticos
calcetines , pero sobre todo con un espectacular pañuelo
saliéndole del bolsillo del pecho de su americana,
enseñoreabase desde el edificio Trujillo hasta la Plaza de
los Reyes , dejando que los tertulianos del Centro Hijo de
Ceuta, el Campanero, el antiguo Vicentino , La Campana , el
Casino Africano y el Militar, se pudiesen dirigir a él
comentándole su esplendidas faenas muy por encima de los
compañeros que componía la terna.
Con más chanza que respeto, como si uno de los tontos del
pueblo fuese, le alababan la faena ,que la mayoría no había
visto, y le informaban, que la empresa de la plaza de toros
, visto el éxito que había tenido, estaba cerrando el cartel
de una corrida extraordinaria donde él ocupaba
destacadamente su cabecera. Sobre el “Pajarraco” me contaron
“la anécdota”, de que en una “tarde triunfal” lo bajaron a
hombros hasta el Puente del Cristo, encontrándose bajo él
una “traiña” o “patera”. Y desde lo alto del puente tiraron
al “Pajarraco” al foso, ante el regocijo y la algarabía de
la concurrencia.
Don Juan Furrasola , “Juanito” para los amigos , a mi
requerimiento también me transmitió la anécdota que en su
tiempo a él le habían contado sobre el entrañable
“Pajarraco”. Anécdota que también me la corroboró Don José
Ferreiro, “ antimadridista galáctico” por colchonero:
En el actual Parque de Bomberos, en su tiempo existió un
salón de Baile, llamado Mambo, en él, los domingos se
celebraban bailes con atracciones, siendo una de ellas, la
parodia de las distintas suertes del toro en una corrida.
Pajarraco, que vestido de luces y con una espada de madera,
era el torero, terminada su faena, los asistentes en delirio
contagioso irrumpían en aplausos, y después de pasear a
hombros al torero, lo manteaban, mientras él se defendía con
la espada de madera.
Lo cierto es que en nuestra ciudad por aquella época gozaba
de una gran afición a los toros. Los octogenarios nos
podrían documentar con esplendidez sobre aquella época y
aquella afición y por ello y al desconfiar de mi memoria
comencé a recabar información.
Entre nebulosas memorísticas me informaron, que con motivo
de una ocasión muy señalada en enero del 51 ó el 52 se
celebró en nuestra ciudad en la Plaza de Toros de Hadú una
corrida de toros, en que aparte del cartel, se contó para el
festejo con las hijas del General Misian, que abrieron la
plaza ataviadas con los antiguos trajes de gitanas, hoy
llamados de faralay, sentadas sobre el respaldar de un
esplendido Cadillac descubierto.
Este hecho, de ser cierto, me hacía ver la importancia que
tenía la tauromaquia en nuestra ciudad, ya que se
aprovechaba cualquier evento para formar cartel .
Con tal de realizar unos comentarios, lo más ajustados a la
realidad, me fui a los Archivos de la Casa Consistorial . Y
allí, gentil y muy amablemente me informo el Sr. Gómez
Barceló, después de la exposición que le hice sobre la
pretensión de recoger en mi próxima colaboración, la
tradición ceutí sobre los festejos de los toros.
Sin seguir el hilo de la conversación mantenida , voy a
extractar la información que tan desprendidamente me
facilitó:
Los primeros antecedentes que se tienen en los archivos de
nuestra ciudad sobre los festejos taurinos se remonta al
siglo XVIII más concretamente en el año 1749 se corrieron
Toros con motivos de la inauguración de la Ermita de San
Antonio.
El primer cartel de toros, data del siglo XIX (1874). Y la
primera Plaza de Toros que se construyó o preparó en Ceuta
fue once años después, ubicándose en la Alameda Vieja (
Plaza Colón o actual Comisaría de Policía). Una segunda
plaza que se hizo en sustitución de esta fue la ubicada en
el Callejón de la Botica con la peculiaridad de que era unan
plaza cuadrada.
Ya en el siglo XX , en la expansión de la ciudad hacia el
Campo Exterior en 1918 se construyó una nueva, en el actual
Llano de las Damas, para 10 años después suplirla con la
Plaza de Toros construida en Hadú que fue la que más perduró
de las construidas en nuestra ciudad. Y que con
posterioridad a su cierre se trajeron varias plazas
portatiles, donde concurrieron destacados maestros de la
torería, gracias a Concejales de Festejos como D. Luis Fort.
Es normal que en una ciudad con tradición taurina ,que en
ella se alumbre vocaciones toreras. El Sr Gómez Barceló
aparte de lo apuntado y de pormenorizarme que tras el apodo
del Momi se encontraba Alfonso Hachuel y que tras el
seudónimo del Pajarraco se encontraba Alfonso Jordán “
Pajarero Chico” me siguió narrando los que recordaba:
José Gómez “ Jarilto”, Mario Prieto, Francisco García
Ezpeleta, periodista de profesión, Manuel Andréu “
Facultades” , natural de Ceuta o Tetuán, “El niño de la
Palma”, que fue apoderado por Don Manuel Olivencia Amor ,
padre de mi estimado Francisco Olivencia, hoy disfrutando en
Ronda de su compartido retiro que también lo hace en nuestra
Ciudad, y por último Matías Lara “Larita”, trágicamente
fallecido en accidente de circulación.
Es obvio, que la afición a la fiesta nacional, era en Ceuta
considerable, recordando que yo fui también uno de los
empedernidos aficionados a ella hasta los veintitantos años.
En los que con motivo de la inauguración del establecimiento
de confecciones que montamos en Serrano Orive, publicitando
la misma, provocamos a través de la radio de la ciudad un
debate sobre toros sí, toros no, sin conseguir que el
Ayuntamiento se entusiasmase en la construcción de un nuevo
coso taurino.
Lo cierto, en estos momentos es que la afición a la
tauromaquia se ha ido extinguiendo paulatinamente en nuestra
ciudad, quedando escasos rescoldos de ella, pero esto para
mí no es atribuible a la falta de festejos, sino a la
pérdida de tertulias, que en verano bajo el perfume de “la
dama de noche” y la protección del jazmín, eran las que
realmente generaban afición, al crear el partidismo, la
rivalidad y el convencimiento. Por ello creo, que para el
aficionado a la tauromaquia, lo de menos es presenciar una
corrida, ya que la ve con los ojos del alma . Como lo menos
cruel en el toreo es el daño que se le infringe al animal,
ya que sin ese daño no existiría. Y es por esto por lo que
la prohibición a los toros determinada por el Parlamento
Catalán al que menos ha tenido en cuenta con ella ha sido al
toro, ya que lo único que realmente persiguen los políticos
catalanes, para mantenerse en el poder es diferenciarse de
España, amputándose de su “nacionalidad” , LA FIESTA
NACIONAL.
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