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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / EL MAESTRO

Prohibir que algo queda
 


Andrés Gómez Fernández
andresgomez@elpueblodeceuta.com

 

Aquel alumno, ya veterano, a punto de agotar su escolaridad, en la antigua Educación Primaria, era la atracción de recreo. Desenvolvía ávidamente su bocadillo, formado por una buena “molleta” y en el interior varias rodajas de buen chorizo. Enseguida se veía rodeado de varios “seguidores”, a los que “obsequiaba” con un “pellizco” de su bien recibido reparador “tentetieso”. Era como un rito diario. El acontecimiento se repetía todos los días lectivos, e imagino que los “comensales” lo echarían mucho de menos, los fines de semana.

El “afortunado” alumno, en su tiempo libre, sin compromisos escolares, “echaba una mano” al dueño de una tienda de comestibles como “chico para todo”, y una de las compensaciones era el bocadillo diario que, antes de llegar al colegio, lo recogía de la tienda.

A nadie le preocupaba, en esos momentos, que lo que se consumía en el tiempo del recreo, originaría tan serios problemas como lo que Sanidad ha presentado en estos momentos. Se trata de un documento sobre la alimentación en los centros educativos, donde se pone de relieve que la obesidad representa un serio problema para la población escolar, con el argumento que dicho problema representa el 7% del gasto sanitario.

La llamada “guerra” contra bollos y golosinas, se encuentra con la oposición, lógicamente, de las patronales alimentarias; los médicos consideran superfluo a la hora de combatir la mala alimentación de los escolares.

El proyecto de Ley de Seguridad Alimentaria, en principio, habla de prohibir “la venta de alimentos con un alto contenido de ácidos grasos trans, sal y azúcares sencillos, ya sea mediante máquinas expendedoras o en cantinas o locales similares en centros escolares, y cita como producto a desterrar los refrescos, caramelos, golosinas, polos, sorbetes, chocolates y aperitivos salados.

El documento veta también la instalación de máquinas expendedoras en aquellas zonas donde pueda tener acceso a ellas el alumno de Educación Infantil, Primaria y/o Educación Especial. Además, se eliminará la publicidad de las máquinas situadas en zonas de Educación Secundaria.

Las Comunidades Autónomas dieron su respaldo al Ministerio de Sanidad, para poner límites a los alimentos hipercalóricos que, hasta ahora, se vienen vendiendo en los Colegios.

Como viene siendo norma, nuestros dirigentes, después de conseguir crear la polémica entre el sector seleccionando, empieza a realizar las matizaciones consiguientes, es decir, al final se prohibirá la oferta de bollería y refrescos, sino que sanidad se ha inclinado por dar una serie de recomendaciones orientativas que deberán cumplir los productos con mayor aporte energético en los centros educativos. Un primer paso para combatir la obesidad y el sobrepeso infantil.

Sanidad mantiene la recomendación “que no haya máquinas expendedoras en los Centros de Primaria, ya que no cuentan con la supervisión de un adulto, pero sí existirán en los Institutos de Secundaria.

El documento también establece toda una serie de consejos para los menús escolares: desde el tiempo que debe dedicar el alumno a comer de forma relajada (30 minutos) hasta la frecuencia para consumir los platos (por ejemplo, arroz, sólo una vez por semana.

El gobierno ha declarado la guerra a los populares: Donuts, Phoskitos, bollicaos… que tantas generaciones de niños han hechos felices.

Voces autorizadas comentan que “no discutimos que la intención del Gobierno sea bueno. Sin embargo, está erróneamente planteada. No hay alimentos buenos ni malos, sólo dietas equilibradas o no. Algo que estas medidas contradicen proscribiendo determinados alimentos.

Sin duda, la normativa de Sanidad persigue dar un marco equitativo a las Comunidades Autónomas, ante la perspectiva de que cada región actuara por su cuenta en lo referido a la alimentación de los más pequeños.

Murcia ha sido la primera de las Autonomía que se ha adelantado –ya desde Mayo- a luchar contra las calorías en los Centros Educativos. Dispone del conocido decreto de “guerra a la chuches”, que, dicho sea de paso, es una normativa aún más restrictiva que la propuesta por Sanidad.

La Federación Española de Industria de la Alimentación y Bebidas (FIAB) manifestó que este tipo de medidas contradicen a la Comunidad Científica, que desde hace años considera que este es un problema multifactorial en el que la educación, la alimentación y la actividad física son igual de importantes.

También las Asociaciones de Padres señalaron que la industria debería implicarse en este asunto de salud pública y establecer una serie de directivas para evitar las grasas y elementos perjudiciales, para mejorar la salud de los alumnos.

Pero, ¿es el momento más oportuno para pensar en medidas que mejoren la alimentación de los colegios, cuando existen otras necesidades más urgentes del Sistema Nacional de Salud que atender? Interesa, para finalizar, que la lectura de la que puede ser definitiva normativa, se refiere solamente a centros públicos, lo que significa que los concertados y privados no se verán afectados por la misma. No creo que todo ello se convierta en un grave problema, porque al final, si la industria no se compromete a mejorar sus productos, ¿quiénes van a controlar lo que consumen nuestros alumnos, en ese espacio tan deseado por ellos, el recreo?
 

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