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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Una marcha a donde sea
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Es lamentable que en unos días como estos, en vísperas de la feria de Ceuta, cuando cada uno ha hecho sus proyectos y sabe lo que hará durante toda la semana, tratando de pasarlo lo mejor posible, o cuando otros han programado sus vacaciones sabiendo hacia donde quieren ir, haya personas que, en un simple barquichuelo de juguete, se dispongan a cruzar el estrecho, con la idea de llegar a donde sea.

No es la vez primera que aquí en Ceuta, nos encontramos con circunstancias de este tipo, cuando unos desheredados de la fortuna parece que tratan de lograr algo, porque poco tienen y arriesga su propia vida, única posesión, por ver si logran asentarse en un lugar, al sol, donde tengan una mínima seguridad.

En esta lamentable situación, sin nada que perder más que la propia vida, fueron rescatados cuatro inmigrantes subsaharianos a tan sólo cinco millas de Punta Carnero.

Estos subsaharianos viajaban en una embarcación precaria, casi un juguete, cuando fueron avistados por el Ferry Ceuta Jet de FRS.

A partir de aquí, todo el resto de la operación de rescate corrió a cargo de Salvamar Gadir, que tras el rescate condujo a los inmigrantes subsaharianos a Tarifa.

¿A dónde iban?. Seguramente, ni ellos podrían dar respuesta a esta pregunta, porque el hecho mismo de aventurarse a cruzar el estrecho en una simple embarcación hinchable, no les permitía pensar en llegar a ninguna parte.

¿Qué pretendían?. Si acaso, seguir viviendo, o intentar vivir mejor de cómo lo estaban haciendo hasta el momento en el que se habían decidido a embarcar.

En una situación crítica, como la que rodea a este tipo de personas, es difícil poder pensar en lo que se puede hacer, o en lo que van a tener en el futuro.

No tienen nada, intentan, si acaso, llegar a poder estar un poco mejor, pero arriesgando la propia vida, hasta unos límites subrealistas. Con eso les basta.

El primer paso, pues, de estos inmigrantes, originarios de países subsaharianos, o sea, de unos territorios en los que, a ellos, sólo se les permite poseer hambre, era cruzar el estrecho, con lo que algo nuevo iban a tener a la vista, un continente diferente, en el que el sol está algo más repartido que en sus territorios de origen.

Tras el rescate, y una vez trasladados a Tarifa, no sé qué futuro les esperará, porque devolverlos a sus países es volver a situarlos en las mismas o en peores condiciones de cómo estaban , cuando se disponían a “emigrar”. Lo malo de todo esto es que aquí, ahora, ya se sabe lo que hay, que tampoco es el paraíso.

En todas las ocasiones, y son muchas, que he tratado asuntos similares, siempre he llegado a la misma situación que voy a poder llegar hoy:” África, que antes fue colonizada y más tarde cuadriculada, en un despacho, con compás y cartabón, tiene que despertar un día y tiene que despertar para pedir cuentas, primero a sus dirigentes actuales y más tarde a los países que se enriquecieron y siguen enriqueciéndose a costa de unos productos que controlan y dominan, sin que dejen para los que los hacen producir, con su trabajo, nada de lo que poder disfrutar”.

Está claro que estos desheredados, allí en sus tierras, son esclavos del trabajo sin remuneración y por eso son capaces de arriesgar todo, en el paso del estrecho, casi a nado, porque en el peor de los casos, nadie iba a lamentar su pérdida. Ojalá, un día podamos decir que los arriesgados cruces del estrecho ya son historia.
 

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