Es lamentable que en unos días
como estos, en vísperas de la feria de Ceuta, cuando cada
uno ha hecho sus proyectos y sabe lo que hará durante toda
la semana, tratando de pasarlo lo mejor posible, o cuando
otros han programado sus vacaciones sabiendo hacia donde
quieren ir, haya personas que, en un simple barquichuelo de
juguete, se dispongan a cruzar el estrecho, con la idea de
llegar a donde sea.
No es la vez primera que aquí en Ceuta, nos encontramos con
circunstancias de este tipo, cuando unos desheredados de la
fortuna parece que tratan de lograr algo, porque poco tienen
y arriesga su propia vida, única posesión, por ver si logran
asentarse en un lugar, al sol, donde tengan una mínima
seguridad.
En esta lamentable situación, sin nada que perder más que la
propia vida, fueron rescatados cuatro inmigrantes
subsaharianos a tan sólo cinco millas de Punta Carnero.
Estos subsaharianos viajaban en una embarcación precaria,
casi un juguete, cuando fueron avistados por el Ferry Ceuta
Jet de FRS.
A partir de aquí, todo el resto de la operación de rescate
corrió a cargo de Salvamar Gadir, que tras el rescate
condujo a los inmigrantes subsaharianos a Tarifa.
¿A dónde iban?. Seguramente, ni ellos podrían dar respuesta
a esta pregunta, porque el hecho mismo de aventurarse a
cruzar el estrecho en una simple embarcación hinchable, no
les permitía pensar en llegar a ninguna parte.
¿Qué pretendían?. Si acaso, seguir viviendo, o intentar
vivir mejor de cómo lo estaban haciendo hasta el momento en
el que se habían decidido a embarcar.
En una situación crítica, como la que rodea a este tipo de
personas, es difícil poder pensar en lo que se puede hacer,
o en lo que van a tener en el futuro.
No tienen nada, intentan, si acaso, llegar a poder estar un
poco mejor, pero arriesgando la propia vida, hasta unos
límites subrealistas. Con eso les basta.
El primer paso, pues, de estos inmigrantes, originarios de
países subsaharianos, o sea, de unos territorios en los que,
a ellos, sólo se les permite poseer hambre, era cruzar el
estrecho, con lo que algo nuevo iban a tener a la vista, un
continente diferente, en el que el sol está algo más
repartido que en sus territorios de origen.
Tras el rescate, y una vez trasladados a Tarifa, no sé qué
futuro les esperará, porque devolverlos a sus países es
volver a situarlos en las mismas o en peores condiciones de
cómo estaban , cuando se disponían a “emigrar”. Lo malo de
todo esto es que aquí, ahora, ya se sabe lo que hay, que
tampoco es el paraíso.
En todas las ocasiones, y son muchas, que he tratado asuntos
similares, siempre he llegado a la misma situación que voy a
poder llegar hoy:” África, que antes fue colonizada y más
tarde cuadriculada, en un despacho, con compás y cartabón,
tiene que despertar un día y tiene que despertar para pedir
cuentas, primero a sus dirigentes actuales y más tarde a los
países que se enriquecieron y siguen enriqueciéndose a costa
de unos productos que controlan y dominan, sin que dejen
para los que los hacen producir, con su trabajo, nada de lo
que poder disfrutar”.
Está claro que estos desheredados, allí en sus tierras, son
esclavos del trabajo sin remuneración y por eso son capaces
de arriesgar todo, en el paso del estrecho, casi a nado,
porque en el peor de los casos, nadie iba a lamentar su
pérdida. Ojalá, un día podamos decir que los arriesgados
cruces del estrecho ya son historia.
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