Y corrió la pólvora. El pasado
viernes hacia las 23.00 locales (una hora menos que en
Ceuta) y hasta poco antes de las 24.00, el cielo de la
Blanca Paloma de la Yebala se tiñó de colores, resonando con
fuerza los petardazos del Gorgues al Dersa. Una cascada de
luz y color se descolgaba desde los muros del antiguo
cuartel de Regulares, mientras el acre olor de la pirotecnia
llenaba la ciudad. Todo un espectáculo con gusto y estilo
que en nada tiene que envidiar a ningún otro en su género.
La histórica capital del Protectorado español tiró la casa
por la ventana festejando el XI Aniversario de la subida al
Trono del Rey Mohamed VI. La ciudad viste estos días sus
mejores galas, adornada con centenares de banderas ondeando
al viento y jardines remozados, mientras las fuerzas de
seguridad, en máxima alerta, mantienen un despliegue
omnipresente. Todas las precauciones son pocas, máxime
cuando el joven soberano es sin duda el principal activo del
Reino. Me explico: con todas las críticas que ustedes
quieran, hay un antes y un después desde el entronamiento de
Mohamed VI, un rey que en medio de importantes dificultades
de todo género está intentando encauzar a su país por la
vereda del progreso y la modernidad.
El pasivo a superar dentro del país es importante, la
coyuntura internacional es harto complicada y las relaciones
bilaterales con España…, bueno, ese es un asunto muy
peculiar y con una dinámica harto compleja, pero también
parece claro que debido más a la situación interna española
que a la propia marroquí el vecino país pudiera haberse
decidido, desde primeros de año, a lanzar una OPA en toda
regla para alterar, en beneficio propio, el equilibrio en
las relaciones hispano-marroquíes. No obstante, en su
estudiado discurso a la Nación y a su “Querido Pueblo” (sic)
con motivo de la Fiesta del Trono pronunciado ayer desde
Tetuán y que el lector interesado puede leer, íntegramente,
en la MAP, si bien Mohamed VI aludió entre otras importantes
cuestiones como “valores constantes de Marruecos” a la
“unidad nacional, territorial e identitaria” citando,
expresamente, el proyecto estratégico del superpuerto
Tánger-Med y, como es obvio, “Nuestra Iniciativa de
Autonomía para nuestras Provincias del Sur” criticando de
paso a la vecina Argelia por sus “desesperadas maniobras
para frustrar esta dinámica”, no hubo y hay que reseñarlo la
más mínima referencia al histórico contencioso con España
por Ceuta, Melilla y las Islas.
Si sobre el papel esto es así, una mera observación empírica
apunta no obstante a que el Reino de Marruecos, “chuia chuia”
y silenciosamente, pudiera estar evaluando medidas que
pudieran contribuir a la asfixia económica de ambas Plazas
de Soberanía de rancia estirpe española, hoy encuadradas en
el marco constitucional como Ciudades Autónomas. Es
perfectamente comprensible (y admirable) la ya realidad de
Tánger-Med o el impulso de infraestructuras en Nador, pero
proyectos como el puerto del Cabo Tres Forcas (sobre la
orilla del río Kert) no tienen sentido, mientras que la
eventual edición de pasaportes para miles de ciudadanos en
los que constara en su nacimiento “Ceuta, Marruecos” podría
considerarse cuando menos como una provocación. Después de
felicitarle sincera y cordialmente en su XI Aniversario como
Rey, invito a Su Majestad a reflexionar sobre estos asuntos
recordándole que, a mi modesto juicio, estimo más importante
para su Corona la lealtad estrictamente religiosa de los
ciudadanos hispano-musulmanes de Ceuta y Melilla (en contra
de la penetración islamista de sectas radicales como el
Tabligh u otras) que la eventual inclusión de ambas ciudades
por el Reino de Marruecos. Visto.
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