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OPINIÓN - DOMINGO, 1 DE AGOSTO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

Hasta septiembre
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Llegó agosto. Porque así nos lo indica la medida del tiempo: o sea, el calendario. Lo cual nos permite decir que, cuando finalicen las fiestas agosteñas, las dedicadas a la Virgen de África, una especie de calma chicha se adueñará de la ciudad. A partir de ese momento, reinará cierta quietud y se notará un descenso en todas las actividades. Es una quietud tan extraña como falsa; pues septiembre está a la vuelta de la esquina y con su presencia volverán a producirse las convulsiones correspondientes.

Agosto, se ha dicho hasta la saciedad, es un espacio de tiempo en el cual los periodistas se las ven y se las desean para hacer el periódico. Debido a que los políticos se toman un respiro y generan menos noticias que nunca. Es también cuando levantes y nieblas le confieren a la ciudad un aire marinero que me chifla.

Agosto es un mes donde casi todos solemos darnos una tregua en cuanto concierne a nuestras relaciones con los demás. Es, como acostumbra a decir alguien a quien aprecio, tiempo para que cesen las hostilidades y aflore la cortesía y buena fe para distinguir las voces de los ecos. En suma: es recomendable no crisparse ni crispar. Y es más que saludable hacer un alto en el camino para ver si es posible que “se apague la luz propia a fin de que brille la ajena” –perdónenme la cursilería. Por más que sea copiada.

Muchas personas aprovechan la llegada del octavo mes del año para cambiar sus costumbres; es decir, para darles un regate a lo habitual que amenaza con convertirse en rutina. Para pensar en otras cosas: leer los libros que no han podido en meses anteriores o bien viajan hasta el fin del mundo para respirar otros aires.

En mi caso, lo primero que haré es dejar de escribir en este espacio que me tiene cedido el editor. Se impone, pues, el agradecimiento a José Antonio Muñoz. Y desearle suerte en la nueva aventura futbolística que ha emprendido. Frecuentaré la playa de El chorrillo, durante las mañanas, y luego dedicaré un tiempo a reflexionar y a poner en orden mis dudas; que son más que mis certezas. Aunque a mi edad tampoco creo que deba calentarme mucho la sesera. Por si acaso me lleva un siroco a cometer desatinos nada acordes con los años que uno ya ha cumplido. Lo digo porque nunca se sabe lo que puede pasar en un mes.

En fin, que estamos en el mes donde Ceuta celebra sus Fiestas Patronales. Y, aunque soy poco dado a vivir la Feria con la intensidad que cabría por mi condición de sureño, haré todo lo posible por pasear un día el recinto ferial. Y lo haré como lo he estado haciendo desde que llegué a esta ciudad: cenando en la terraza del Parador Hotel La Muralla y partiendo desde tan extraordinario sitio hacia la Marina. Ya ven ustedes como uno, que deja entrever no ser tradicionalista, tampoco es ajeno a gozar de las costumbres adquiridas.

Así que me despido de ustedes hasta septiembre. Para continuar la tarea que emprendí hace ya casi seis años en ‘El Pueblo de Ceuta’. Una tarea que a muchos les hace tilín y a otros muchos les parece que el que la firma peca de pedante, de prepotente y de no sé cuántas cosas más. Desde luego ninguna buena. Y están en su perfecto derecho de resaltarlas. Tanto como tengo yo a defenderme. Pero no crean que se librarán de mí. En absoluto. Puesto que seguiré dándole vida a la sección que lleva por título “Miscelánea semanal”. Disfruten de los baños.
 

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