Pero antes han llegado los jeques
árabes y sus jequesas, con un séquito espectacular. Tal vez
por eso, la alcaldesa, ha atendido por vez primera al clamor
popular que rabiaba ante el panorama desolador que ha venido
ofreciendo durante todo el año el otrora exquisito Puerto
Banús.
De hecho, las docenas de africanos que esperaban en las
puertas de las tiendas de las mejores marcas ofertando
impunemente falsificaciones, sencillamente, han
desaparecido. Para alivio de los comerciantes y de los
marbelleros que contemplaban con desolación como la pija
Marbella estaba camino de convertirse en el mayor y más
cutre mercadillo de marcas falsas de España. La ciudad
estaba calamitosa. Hasta que han llegado los árabes para dar
el lustro de los petrodólares a las mejores boutiques,
gastar dinero con poderío y ocupar las terrazas más
exquisitas. De hecho, el mejor punto de control de los
cochazos y de las damas con sus escoltas es la esquina de Da
Paolo donde, el café, ya cuesta tres euros y la
tarta-mazacote de chocolate no sé cuanto ha aumentado de
precio porque ni mi amiga María Rosa Jimeno ni yo nos
atrevemos a pedirla y compartirla.
Pero el café de Da Paolo, por más que lo hayan encarecido y
siga siendo igual de regular, vale su peso en oro desde el
momento en que no te asaltan cien africanos con Rolex
falsos, gafas falsas, Louis Vuitton falso, Loewe falso y
Gucci falso. Ni tampoco las pilinguis poligoneras hacen
impracticables las calles de segunda fila del Puerto. Se
trata de dar imagen de pulcritud y seguridad ante la nobleza
del desierto. ¡Y vengan policías locales!. Algo maravilloso
que recuerda a los tiempos pasados aunque, el perverso
alcalde Juan Antonio Roca, con las llaves de las arcas del
ayuntamiento y absoluta disponibilidad, saqueara impunemente
la ciudad, porque para eso era el que mandaba y decía
aquello de “¡Las putas a los putódromos, en las calles no
las quiero!”. Todo muy chabacano y muy populista y por ello
Roca ganaba siempre en las urnas a sus adversarios, a esos
que siguen lamiéndose las heridas y acumulando despechos e
ideaciones de terribles venganzas.
Y eso que, la noticia del siglo es que vienen al hotel Villa
Padierna Obama, la Obamesa y sus niñas que sí pueden ser
fotografiadas porque son muy lindas y van vestidas en plan
“niñas bien de toda la vida” Vamos, que son presentables. Y
la imagen de la familia de un Presidente es fundamental para
su trayectoria, porque ofrece una idea de su estabilidad
como ser humano y de su carácter.
El Villa Padierna es de Alicia Villapadierna, rubia y con
mechas, como Dios manda y de su marido Ricardo Arranz, que
fuera y es poseedor del porte más distinguido de la zona,
con permiso de Pedro Román. Un hotelazo de ultralujo tipo
palacio toscano, lleno de arte y de antigüedades, aunque
quedarse allí enclaustrados es un muermo y Marbella, tal y
como vuelve a estar es una ciudad para pasearla, con un
paseo marítimo de la etapa anterior que, perdido su carácter
de zoco de falsificaciones, vuelve a ser muy Miami Beach, el
Puerto con los árabes es el Puerto de toda la vida, tomado
por damas qataríes que llevan foulares y pañuelos de grandes
marcas cubriéndoles la cabeza con diseños de lo más
complicados, tipo turbantes trenzados y cosas por el estilo.
En España los árabes millonarios encantan y embelesan de
manera directamente proporcional a la de que, ni encantan,
ni embelesan los tiesos, sean de la nacionalidad que sean.
¡Lo que es la gente!. Y ahora, con la inminente llegada de
los americanos, los marbelleros están obnubilados y felices,
deseando que la estancia sea un éxito y conscientes de que
hay que dejar disfrutar la ciudad a los Obama y que para eso
hay que poner normas a los paparazzi que pululan al acecho
de una foto de la Obregón o de Yola Berrocal. No se puede
agobiar al guardián de Occidente ni tratar de subirse a un
algarrobo para robar una foto de la Obamesa en bikini porque
se arruina la visita y además los servicios secretos de
ellos y sus policías tienen más libertad de acción que los
nuestros porque ningún juez americano va a condenar a un
tipo de los servicios de seguridad por darle un ostión a un
jilipollas.
¿Qué si los Obama van a ir a Ceuta? Todo es cuestión de
invitarles a hacer un tour turístico, porque tienen fama de
ser absolutamente encantadores y muy cercanos. Y el ser
encantadores y cercanos es privilegio de quienes han comido
caliente toda su vida y no tienen que ir demostrando su
poderío, porque, lo que se tiene se exuda desde los sobacos
y no hay que demostrarlo.
¿Qué dicen con esos gestos de estar esperando la llegada del
cuponazo? ¿Qué si Obama se apiadará de nuestros pobres y de
nuestros parados y enjaretará una nuevo Plan Marshall de
ayuda urgente? Dios lo quiera. Todo es cuestión de hacer
llegar al hotel Villa Padierna-Benahavís-Málaga, fotografías
de las colas del INEM, fotocopias de las cartillas de los
jubilados con sus cuatrocientos euros de paga, reportajes de
nuestras barriadas y de los comedores de Cáritas,
estadísticas de las familias a quienes, los buitres de la
banca, han arrebatado sus pisos por no poder pagar las
hipotecas y se ven en la puta calle. Que no piense Obama que
la realidad española son los preciosos salones del hotel o
el escamondado Banús con las árabes asaltando Gucci. España
es otra realidad más amarga y lo más terrible es que, los
españoles, no tenemos a quien recurrir. A no ser que Obama
se quede, claro está.
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