Estar dentro del puesto me resulta insoportable, porque
hasta aquí no llega el aire que entra por las puertas”, se
queja la encargada de la Charcutería Gutiérrez mientras se
las apaña con un pequeño ventilador sobre el mostrador.
“Hace mucho calor”, sentencia una clienta del mercado
mientras se abanica en el puesto de las frutas.
El Mercado Central de Abasto es el Mercado Central, pero el
de Hadú ya lo supera en prestaciones como la climatización,
que se echa muy en falta en verano. Algunos detallistas del
mercado temen que el factor climatológico pueda influir en
su contabilidad. “Estamos sin aire. La clientela se retrae
de venir y eso acaba influyendo en las ventas”, asegura
Ahmed Haddu, que tiene un puesto de alimentación bebidas.
El veterinario de la Consejería de Sanidad y Consumo, José
María Aguirre, asegura que estas enormes instalaciones
poseen ventilación natural. “El mercado dispone de un
sistema de renovación forzada del aire en todas las plantas
y todos los pasillos. De esta manera se extrae el aire
caliente del interior y se expulsa de manera forzosa hacia
el exterior”, señaló el técnico.
El viceconsejero de Consumo, Manuel Carlos Blasco, recuerda
que este sistema de renovación forzada del aire supuso hace
menos de cinco años una inversión de un millón de euros. Al
viceconsejero tampoco le constan quejas de los
concesionarios de los puestos por la falta de climatización.
“Además, no creo que exista un sistema de aire acondicionado
capaz de refrigerar un mercado de semejantes proporciones”,
apostilló Blasco.
Algunos detallistas se han salido del puesto mientras no
llega la clientela y se han sentado junto a la baranda
buscando alguna brisa que les reconforte de las temperaturas
que se vienen padeciendo. Muchos usuarios se refrescan en la
barra del bar y los más resignados se apañan con
ventiladores. No hay más solución factible que la que ya se
ha buscado. A menos que se construya un mercado nuevo.
“En este mercado es imposible instalar un sistema de
climatización porque está todo abierto. La misma cubierta
del mercado tiene una ranura por donde se escapa el aire. Y
no hay que olvidar que los accesos sólo están sellados por
rejas metálicas”, prosigue argumentando el veterinario.
El sistema de renovación forzada del aire dispone de dos
motores dentro del mercado. Uno en cada planta. A pesar de
la función que cumple este dispositivo, el propio Aguirre
admite que, particularmente en el interior de los puestos,
hace mucho calor.
El veterinario es muy consciente de que la mercancía que más
se resiente por estas circunstancias es la fruta. En la
frutería Abdeselam Barcanne saben que deben tener mucho
cuidado para que se los estropee el género. Por eso siempre
están pendiente de la nevera situado en los bajos del
mercado, donde se almacena la verdura. “Si no vendo los
calabacines en el día los bajo a la nevera al día siguiente.
Y, además, también existen los champiñones y otras artículos
muy delicados que necesitan estar siempre al fresco”, nos
explica el titular del puesto. Este detallista también
aprecia la incidencia del verano sobre las ventas. “Viene
menos público, porque hay quien aguanta poco los calores”,
subraya el frutero.
Trabajar entre motores
Otro tipo de género está mejor pertrechado. Carnicerías,
pollerías, pescaderías, disponen de congeladores y neveras
que permiten eludir la baja temperatura ambiente. Sin
embargo, si los artículos de estos sectores resisten con
facilidad el calor, los detallistas que atienden estos
puestos se llevan la peor parte. Lo explica Abdeselam
Abaderrazak, de la Volatería Abdeselam: “Pasamos más agobio
que ningún otro concesionario por el calor que desprenden
los motores de las neveras que conservan frescos nuestros
artículos”.
Este detallista es de los más veteranos del mercado. Llegó a
él en 1973 y ha vivido todas las mejoras que han querido
incorporarle. Sin embargo, es muy escéptico respecto a la
efectividad del sistema de renovación forzada de aire. “Los
extractores llevan años en funcionamiento y nosotros no
notamos ninguna mejora”, asegura Abaderrazak.
Es más, el comerciante asegura que con los años se han unido
muchos factores que han hecho el mercado mucho más
calurosos. Para empezar, la planta ya no tiene aquellos
techos altos de otros días. Después se instalaron falsos
techos que reducían la altura de la planta en al menos tres
metros. Este factor ha derivado en una situación atmosférica
más agobiante.
Luego está el problema de las ventanas al exterior que se
sitúan en la parte trasera de sus puestos. Cuando pusieron
la parada de autobuses frente al mercado, con el fin de
evitar la entrada de polvo y gases de los vehículos, se les
instalaron unas especies de chapado que, no sólo evita la
entrada del polvo y los gases, también del aire del
exterior. En consecuencia, la temperatura ha ido subiendo
más y más en el interior de este y otros puestos aledaños.
Aunque al veterano detallista no le gusta ser negativo y
asegura que “el mercado está bien, pero necesita un arreglo
en condiciones”. La alternativa se halla en las nuevas
instalaciones que viene anunciando la Ciudad. El detallista
frunce el ceño: “Nos hablan de un mercado nuevo pero que lo
paguemos nosotros”.
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