Han pasado ya dos semanas, desde
que, debido a un partido de fútbol, España quedó paralizada
con la casi totalidad del país pendiente de lo que hacía
nuestra selección, que se mostraba apoyada por la práctica
totalidad de los que aquí, o allá en Sudáfrica la estaban
siguiendo.
Y he dicho la práctica totalidad, y no la totalidad, porque
parece que en nuestro país, unos chavalines de entre diez y
once años, de vacaciones en unas colonias organizadas por la
Diputación de Guipúzcoa, ni pudieron ver ese encuentro, ni
supieron como había quedado, porque unos monitores,
siguiendo el talante de no sabemos quien, no permitieron que
estos jovencitos “disfrutaran” con ese encuentro con el que
disfrutó la práctica totalidad del país, pero además,
tuvieron que pasar varios días, cuando volvieron a casa, se
enteraron del resultado, y de que España era Campeona del
Mundo.
Lo más chocante de todo, si es que hoy nos puede chocar algo
de ciertas mentes retorcidas, es que a esos niños la
información que se les había dado era que la vencedora había
sido Holanda.
¿Valió el gol de Iniesta?. ¿La salida de Casillas, ante
Roben fue de otro partido?. No sé qué pretendían con esas
mentiras sobre un hecho que ha marcado una fecha en el
calendario de nuestro país.
Y que esto suceda en cualquier lugar me parece mal, puede
pasar, pero que la misma situación se produzca también en
otra de nuestras comunidades, no sólo en la vasca, sino en
la catalana y en unas colonias que dependen de organismos
oficiales autonómicos, eso me pone carne de gallina, porque
estamos ante la realidad más absoluta, que viene cambiando
día a día, para peor.
Hay algunas justificaciones, o intentos de justificar lo
injustificable, que ponen las cosas, todavía peor de cómo
estarían sin tales explicaciones, cuando dicen que ese
encuentro, España-Holanda, no podía alterar, para nada, una
serie de actividades, programadas para la jornada, y que,
para más INRI, estaba centrada en el deporte.
Partiendo de aquí ya podremos enjuiciar, en primer lugar, el
talante de quienes organizan, con dinero público, ciertas
jornadas, jornadas dedicadas a la formación de unos
chiquillos, además de que la confianza que deben tener los
padres de estos chavales será confianza cero, en todo lo que
les implique un paso más en su formación.
Afortunadamente, dirán algunos chiquillos, no hemos estado
viviendo la realidad, hemos estado o nos han tenido
hipnotizados durante un tiempo y, al volver a la realidad,
nos dicen que España es la Campeona del Mundo.
La cara de más de un padre, posiblemente, cambiaría,
especialmente si es “futbolero”, cuando su hijo le dijera
que a Casillas le habían marcado el gol de la final.
Y esto, me consta, es tan sólo la punta del iceberg, en todo
lo que implica formación respecto a lo que es la auténtica
realidad española.
Además de que unos impostores, es lo mínimo que se me ocurre
decir de estos monitores, han privado a unos niños de vivir
el momento más glorioso de toda la historia del deporte de
nuestro país, y eso, para el futuro, ya no tiene solución de
ningún tipo.
“No se les dejó ver a la Selección Española, como tampoco se
les había dejado ver a los payaos de la tele, un partido de
pelota o una final de traineras”, justificación o
explicación que marca hasta donde puede llegar la
desvergüenza o el “síndrome de la gilipollez”.
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