Durante la segunda jornada del
debate sobre el Estado de la Nación a la que, por cierto, no
acudió Rajoy, el presidente del Gobierno afirmó que los
anuncios sobre prostitución “deben eliminarse” de los medios
de comunicación.
La asociación que agrupa a los editores de diarios,
reaccionó rechazando cualquier restricción publicitaria y
asegurando que la prohibición vulneraría derechos
fundamentales recogidos en la Constitución.
Lógica la reacción de la agrupación de editores pues, con
esta prohibición, tendrían unas perdidas de unos cuarenta
millones de euros. Y, por supuesto, no están las cosas en
los rotativos para perder dinero con las dificultades que se
está pasando en la prensa escrita.
Si entrar en debate con ninguna de las dos posturas, en las
que cada uno defiende sus ideas sobre el asunto pienso,
perdón por pensar que eso es cosa de las grandes “lumbreras”
de este hermoso país, que el anuncio realizado en los
distintos rotativos sobre esos contactos es el anunciose una
actividad legal puesto que la prostitución es legal.
¿No sería mejor sacar una a ley en la que se prohibiera
ejercer la prostitución en las calles o jardines de las
ciudades españolas, con el mal efecto que causa al personal,
tener que soportar en sus propias puertas, el ofrecimiento
de las que se dedican al oficio más viejo del mundo?.
Sería mejor, desde mi personal y particular punto de vista,
obligar a ejercer la prostitución en locales dedicados a
ello, con lo que se conseguirían dos cosas de gran
importancia. Primero que esas mujeres tuviesen una seguridad
social como trabajadoras del sexo que son, evitando la gran
explotación que tienen algunas mafias sobre ellas. Con lo
cual, probablemente, desaparecerían muchas de las mafias
explotadoras de las mismas.
Segundo, al tener esa seguridad social, cumplirían con el
pago a la misma y a la hora por la edad dejar de ejercer el
oficio al que se han dedicado tener algo con lo que poder
vivir sin ejercer, opuesto que han cotizado por ello durante
su vida laboral.
Se acabarían con muchas de las enfermedades, que al trabajar
sin control sanitario alguno se están dando en quienes
utilizan estos servicios callejeros, alcanzando un buen
coste a la seguridad social, a la que al no estar aseguradas
no aportan nada.
Ese control sanitario a todas las que se dedican, en las
casas legalmente permitidas, para ejercer la prostitución se
realizaría una vez a la semana y, todas aquellas que después
de este reconocimiento no obtuviesen la autorización
sanitaria dejarían de ejercer hasta obtener esa
autorización. ¿Saben ustedes, con esta medida, cuántas
enfermedades venéreas se evitarían?. Al mismo tiempo
dejaríamos las calles o jardines de las distintas ciudades
españolas, limpias de todas estas prostitutas callejeras,
cuya vista tan mal efecto causa.
Hay muchas naciones en Europa que incluso cuentan con
barrios enteros dedicados a aquellas mujeres que ejercen el
oficio más viejo del mundo sin que, usted, vea por sus
calles el ejercicio de la prostitución. ¿A qué es buena mí
idea? Pues nada, no cobro por ella. Yo soy así. Por cierto,
el semáforo sigue en intermitente.
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