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OPINIÓN - VIERNES, 23 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La ira de los tímidos
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Mi relación con Emilio Carreira ha sido siempre correcta. Aceptable le vendría mejor. Y ha sido así, y espero que no decaiga, porque ambos nos conllevamos. Es decir, que nos venimos soportando durante bastantes años.

Nunca hemos pasado Carreira y yo del tratamiento superficial. Achacado por mí, sin certeza, claro está, a que nuestra forma de ser tan distinta hizo posible que jamás intentáramos conocernos más, para que nuestras relaciones ganaran en hondura. Sea como fuere, es verdad que la distancia mantenida entre nosotros nos ha permitido seguir hablando regularmente. Y mirándonos a la cara de manera clara y sin tapujos.

Aunque mentiría si no dijera que, cada vez que he visto a EC ponerse estirado y solemne –pocas veces, dicho sea de paso-, me han dado ganas de cantarle las cuarenta. Pero pronto, créanme, me percataba de que lo suyo era una pose para disimular la timidez que lleva combatiendo –es mi opinión- desde que vestía pantalones cortos. Y, desde luego, se me bajaban los humos y regresaba, pues, al interior de mis casillas.

También, como es lógico, me ponía en el lugar de EC. Y comprendía, inmediatamente, que mi carácter extrovertido casaba mal con el suyo. Y que mi vitalidad, sin duda, le causaba trastornos a esa su manera intencionada de darle cabida a la frialdad.

Porque a EC, por más que él lo niegue, le ha gustado siempre trabajarse la estética de la moderación. De manera que su vida ha estado siempre sometida a esa lucha denodada entre lo que le exige su ebullición interior y el deseo vehemente de evitar que le tachen de persona capaz de salirse de madre a la primera vuelta de manivela. De perder los papeles en un santiamén.

Más como el hombre propone y... Un día, de hace varios años, EC dejó que su volcán interior empezara a manar lava. Y se nos apareció hecho un basilisco. Y cuando muchos criticaban su comportamiento. Por excesivo e inoportuno. A mí me dio, en cambio, por festejar la manera de largar del aspirante a la presidencia de su partido

Y lo hice, aun a costa de generarme más contrarios, por lo mucho que me agrada presenciar el desbordamiento oral de personas que han estado gran parte de sus vidas temerosas de propasarse en sus denuncias. Por el mero hecho del qué dirán... Prejuicios que algunos llevan hasta el extremo de convertirse en sepulcros blanqueados. Esos que tienen mil palabras buenas y no se les reconoce ninguna buena acción.

Pues bien, a EC, como escribí días atrás, su salida de tono le costó vivir su ostracismo político. Y, durante él, me imagino que habrá tenido tiempo suficiente para meditar si le mereció la pena apostar tan fuerte a cambio de sufrir el varapalo harto conocido.

El miércoles pasado, tuve la oportunidad de conversar unos minutos con EC, no sin antes haberle dado la enhorabuena por su nuevo cargo en Acemsa. Y, durante la conversación, pensé en que su vuelta a un puesto relevante, seguramente estará encaminada también a que actúe antes, durante y después de las próximas elecciones. Y, sobre todo, me sorprendería que no apareciera en sitio privilegiado de las listas. Pues el presidente va a necesitar muchísimo de Emilio Carreira. Un tímido de verdad. Ahora bien: de la ira de los tímidos nos libre Dios. O sea.
 

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