Hoy es viernes, y los viernes me
gusta tomarme un pequeño respiro hasta que llega el inicio
de la semana donde, de nuevo, vuelve uno al tajo con más
ganas de currar que los controladores aéreos, a pesar de
que, al parecer, ganan unos cincuenta millones de las
antiguas pesetas al año.
Oiga, hoy día, ganar esa cantidad es para ponerse enfermo
por depresión al ver, a final de mes tanto dinero en el
sobre. Con depresión y todo, de mayor ya no quiero ser
bombero, prefiero ser controlador y trabajar las horas que
me echen, aunque sea echar más horas que un reloj.
Cambiamos de tema que las bajas de los controladores, es una
baja de “altura”, con su despegue correspondiente y su toma
de tierra en plan descenso, O sea como los ascensores,
arriba y abajo.
Resulta que el semáforo de la bajada de Teniente Arrabal en
confluencia con Marina Española, después de que lleven
varios días finalizadas las obras, con pavimentación de la
calle incluida, sigue en ámbar, con el peligro que ello
supone para los vehículos que tratan de alcanzar la marina,
donde los conductores van a coger una torticolis de tanto
mirar a una lado y a otro,
Igual, un siglo de estos en que no se tenga nada mejor que
hacer, se vuelve a poner el semáforo en marcha evitando, con
ello, la cantidad de collarines que les vamos a tener que
poner a algunos conductores por culpa, culpita, de la
torticolis. Ayer se puso en marcha ¡Aleluya!
Y ya que hablamos de la bajada de Teniente Arrabal en su
confluencia con Marina Española, nos vamos a hablar de una
de las transversales de la primera calle citada, donde se
encuentra ubicado el llamado edificio de los maestros.
Allí, en esa calle, durante meses se ha venido trabajando en
la colocación de las aceras y reparación del pavimento.
Pues, bien, una vez terminada la obra con sus arbolitos
colocados y todo, de nuevo se hacen boquetes a la altura de
los arbolitos para, al parecer, meter unos cables que se
deberían haber olvidado introducir cuando todo estaba
levantado.
De nuevo, como viene sucediendo, una vez que está todo hecho
y terminado a levantar lo que ya estaba colocado y, de
nuevo, lo vecinos a padecer otra obra por culpa de un cable.
No me extraña, la verdad sea dicha, que ya, los vecinos con
tanto tapar y destapar calles, estén una jartá de
“cableados”.
Oiga, no es por nada, que después la cosa quedará muy
bonita, no lo vamos a negar, pero es tanto el tiempo
levantando y agachando calles, que el personal, no sólo en
el caso que nos ocupa, por tener que meter un cable, sino
por todo cuanto desde hace tiempo viene soportando, esta
hasta los… de tanto levantar y agachar, porque no hay un
dios que sea capaz de ver el final del asunto.
Hoy te pavimentan una calle, queda de dulce y al otro día,
al pasar por ella, la ve de nuevo levantada, metiéndole algo
que ha debido olvidarse hacerlo cuando todo estaba patas
arriba. Manda…la cosa.
Que digo yo, si es qué se puede decir algo, no se podía
hacer todo a la vez y cuando está pavimentada no empezar, de
nuevo, a hacer boquetes.
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