Todos los seres humanos, según el escritor y librepensador
Carlo Cipolla, están incluidos en una de estas cuatro
categorías fundamentales: los incautos, los inteligentes,
los malvados y los estúpidos.
Dice del incauto que es el que es capaz de realizar una
acción cuyo resultado es de pérdida para él y ganancia para
otros.
Del inteligente comenta que puede alguna vez
comportarse como una persona incauta, como puede también
alguna vez adoptar una actitud malvada. Pero, puesto que la
persona en cuestión es fundamentalmente inteligente, la
mayor parte de sus acciones tendrán la característica de la
inteligencia.
El malvado es el que con sus acciones causa a otro
pérdidas equivalentes a sus ganancias.
Explica sobre el estúpido, que la mayoría de las
personas estúpidas son fundamental y firmemente estúpidas.
En otras palabras, insisten con perseverancia en causar
daños o pérdidas a otras personas sin obtener ganancia para
sí. Pero aún hay más. Existen personas que con sus
inverosímiles acciones no sólo causan daños a otras
personas, sino también a sí mismos. Estas personas
pertenecen al género de los superestúpidos.
Los estúpidos y el poder
Como ocurre con todas las criaturas humanas, también los
estúpidos influyen sobre otras personas con intensidad muy
diferente. Algunos estúpidos causan normalmente perjuicios
limitados, pero hay otros que llegan a ocasionar daños
terribles, no ya a uno o dos individuos, sino a comunidades
o sociedades enteras. La capacidad de hacer daño que tiene
una persona estúpida depende de dos factores principales:
del factor genético y del grado de poder o autoridad que
ocupa en la sociedad.
Nos queda aún por explicar y entender qué es lo que
básicamente vuelve peligrosa a una persona estúpida; es
decir en qué consiste el poder de la estupidez.
El escritor Carlo M. Cipolla se ha convertido en un
estudioso del ser estúpido.Tras años de observación, dice
tener la firme convicción de que los hombres no son iguales.
“Algunos son estúpidos y otros no lo son”.
Es cierto. Esencialmente, los estúpidos son peligrosos y
funestos porque a las personas razonables les resulta
difícil imaginar y entender un comportamiento estúpido. Por
ejemplo, una persona inteligente puede entender la lógica
del malvado. Las acciones de un malvado siguen un modelo de
racionalidad: racionalidad perversa, si se quiere, pero al
fin y al cabo racionalidad. El malvado quiere añadir un
“más” a su cuenta. Puesto que no es suficientemente
inteligente como para imaginar métodos con que obtener un
“más” para sí, procurando también al mismo tiempo un “más”
para los demás.
Desde luego, esto no es justo, pero es racional, y si es
racional uno puede preverlo.
Con una persona estúpida todo esto es absolutamente
imposible. Una criatura estúpida os perseguirá sin razón,
sin un plan preciso, en los momentos y lugares más
improbables y más impensables. No existe modo alguno
racional de prever cuándo, cómo, y por qué, una criatura
estúpida llevará a cabo su ataque.
El hecho de que la actividad y los movimientos de una
criatura estúpida sean absolutamente erráticos e
irracionales no sólo hace problemática la defensa, sino que
hace extremadamente difícil cualquier contraataque. Hay que
tener en cuenta también otra circunstancia. La persona
inteligente sabe que es inteligente. El malvado es
consciente de que es malvado. El incauto está penosamente
imbuido del sentido de su propia candidez. Al contrario de
todos estos personajes, el estúpido no sabe que es estúpido.
Con la sonrisa en los labios, como si hiciese la cosa más
natural del mundo, el estúpido aparecerá de improviso para
echar a perder tus planes, destruir tu paz, complicarte la
vida y el trabajo, hacerte perder dinero, tiempo, buen
humor, apetito, productividad, y todo esto sin malicia, sin
remordimientos y sin razón. Estúpidamente.
Sería un grave error creer que el número de estúpidos es más
elevado en una sociedad en decadencia que en una sociedad en
ascenso. Ambas se ven aquejadas por el mismo porcentaje de
estúpidos. La diferencia entre ambas sociedades reside en el
hecho de que en la sociedad en declive los miembros
estúpidos de la sociedad se vuelven más activos por la
actuación permisiva de los otros miembros.
Una sociedad en ascenso tiene también un porcentaje
insólitamente alto de individuos inteligentes que procuran
tener controlada a la fracción de los estúpidos para que el
progreso sea un hecho.
En una sociedad en decadencia, el porcentaje de individuos
estúpidos sigue siendo igual; sin embargo, en el resto de la
población se observa, sobre todo entre los individuos que
están en el poder, una alarmante proliferación de malvados
con un elevado porcentaje de estupidez y, entre los que no
están en el poder, un igualmente alarmante crecimiento del
número de los incautos.
En el elaborado repaso de la estupidez humana, perfectamente
estudiada y de la que nos ha dado buena cuenta el
librepensador Carlo M. Cipolla en su libro ‘Allegro ma non
Troppo’ (alegre pero no demasiado) resume las leyes
fundamentales de la estupidez humana:
La Primera Ley Fundamental: “Siempre e
inevitablemente cada uno de nosotros subestima el número de
individuos estúpidos que circulan por el mundo”.
La Segunda Ley Fundamental: “La probabilidad de que
una persona determinada sea estúpida es independiente de
cualquier otra característica de la misma persona”.
La Tercera Ley Fundamental: “Una persona estúpida es
una persona que causa daño a otra o grupo de personas sin
obtener, al mismo tiempo, un provecho para sí, o incluso
obteniendo un perjuicio”.
La Cuarta Ley Fundamental: “Las personas no estúpidas
subestiman siempre el potencial nocivo de las personas
estúpidas. Los no estúpidos, en especial, olvidan
constantemente que en cualquier momento y lugar, y en
cualquier circunstancia tratar y/o asociarse con individuos
estúpidos se manifiesta infaliblemente como un costosísimo
error”.
La Quinta Ley Fundamental: “La persona estúpida es el
tipo de persona más peligroso que existe. El estúpido es más
peligroso que el malvado”.
Estúpidos en Ceuta.
El ejercicio es simple si se tiene memoria histórica. Busque
que encontrará rápidamente ejemplos asimilados al estúpido.
Nuestra propuesta de hoy tiene nombres y apellidos: Rafa
Montero y Juan Luis Aróstegui. Los necios de
relevancia pública que ejercitan su poder estúpido asociado
desde hace más de veinticinco años. Acuérdense de
‘Continente’ (hoy Carrefour) y de cómo estos dos personajes
arruinaron la posibilidad de que la gran superficie
comercial por excelencia se estableciera en Ceuta. Sin
embargo en la actualidad se sueña con Mercadona, se agradece
el desembarco de Inditex...
Rasquen un poco en su memoria y recuerden las sartenes y los
tarritos de tierra... de Almería, o los posicionamientos
contra el hecho de ser Autonomía, o el ‘Cristina C’, o la
chatarra, o ‘Ciudad Límpia’ o los acuerdos ‘murcianos’, o
las losetas, o el desastre en la gestión económica del que
fue concejal de Economía. Acciones estúpidas conjuntas de
Montero y Aróstegui que siguen porfiando en esta sociedad
contra todo lo que signifique evolución, avance. Estúpidos
consentidos que, como diría el escritor Carlo Cipolla,
permanecen entre ese porcentaje siempre existente en la
sociedad.
Contra EL PUEBLO
Los depositarios de la estupidez en Ceuta se han unido,
llevan años, tratando de socavar, hundir, influir en
definitiva para deshacerse de un medio que no les ríe las
gracias. Nunca se las rió. Publicar un embargo de 286 euros
decretado absurdamente deja en evidencia a quienes no tienen
ya cómo hacer, ni qué lograr para intentar mancillar el
nombre y el prestigio que cada día se gana EL PUEBLO con su
trabajo, con sus inversiones en Ceuta, con su labor de
creación de puestos de trabajo y de contribución al
dinamismo económico de la ciudad creando su propia industria
en su tierra. Les supera, no pueden, no lo asimilan... Lo
dicho, estúpidos.
De lo que no se percatan los estúpidos es de que la
respuesta a sus ‘cuitas’ les llegará desde la Inteligencia.
|