Mientras iba de viaje el pasado
viernes, en un momento de esos que siempre trato de
encontrar para leer la prensa, naturalmente El Pueblo de
Ceuta, me encontré con que Manolo de la Torre me daba la
noticia, desde su columna, del fallecimiento de Antonati.
En vez de en el norte de España, hubiera deseado estar más
cerca de Ceuta, para haber podido dar el último adiós a una
persona entrañable a la que conocí en 1978, recién llegado
yo a Ceuta.
Y a Antonati, un recién llegado a Ceuta no le podía conocer
más que en el “54”, en aquellos tiempos. Creo que aquel día
él estaba con un equipo modesto, el Matarile, en el que era
entrenador, utillero, delegado y todo lo que hiciera falta.
Y he dicho, creo que estaba ese día con el Matarile, porque
Antonati era un hombre de fútbol, no de un equipo
determinado y sólo de ese equipo, sino de todos los equipos
de Ceuta, a los que siempre estaba dispuesto a echar una
mano, sin otro interés que el de ayudar y servir al fútbol,
su gran pasión y su principal devoción.
Pocos días más tarde de haber conocido yo a Antonati,
recuerdo que me lo encontré frente al Centro Hijos de Ceuta
y me dijo que si le ayudaba a hacer una “justificación” de
no haberse presentado el Matarile, por algún tipo de
problema, debido al cambio de horario. Aunque yo no era y
menos soy ahora, experto en esos trámites hicimos aquella
“justificación” en El Campanero, y en dos servilletas de
aquel típico bar, porque yo me iba de viaje y con aquello
perdí el barco que iba a coger.
Aquello lo hicimos a mano y luego se lo corrigió y se lo
hizo como es debido Pedro Moreno, que en paz descanse. Ni
que decir tiene que la mano de Pedro Moreno se notó y ello
hizo que el Matarile no tuviera ningún tipo de sanción.
Entonces era presidente de la Federación del Norte de
África, Paco Olivencia. Ya ha llovido.
Las anécdotas con Antonati, siempre de buen gusto y siempre
propias de un hombre honrado a carta cabal, hombre que daba
lo que tenía y jamás pidió nada a cambio, han sido muy
numerosas y de ellas recuerdo una en el Puerto de Santa
María, cuando ante un choque de la Agrupación Deportiva
Ceuta frente al Portuense, un seguidor ceutí, siempre muy
trajeado, llegó a la puerta del campo, fue a sacar “no sé
qué carné” y el portero le dijo: “Pase usted, no hace falta
que me muestre el carné, sé que es directivo del Ceuta”.
Antonati se partía de risa, porque ese aficionado ni era, ni
jamás había sido directivo del Ceuta. Ese día, Antonati
había coincidido conmigo en el viaje, en el mismo autocar y
estuvo durante todo el encuentro en la cabina desde donde yo
retransmitía para Radio Perla de Ceuta. A cada instante me
decía:” Quieres que te traiga al nuevo directivo para que lo
entrevistes”. Ese era su talante, hasta ahí llegaba su
sonrisa, nunca su risa de lo que hubiera alrededor.
Con todo, la anécdota que más me llamó la atención fue la de
un encuentro de juveniles de Ceuta ante un equipo de
Badajoz. Él iba como responsable del equipo. Marcaron
primero los chavales de Ceuta y Antonati salió a la banda y
dijo a uno de los chicos:”Ahora a aguantar”. El chaval
entendió otra cosa, se acercó a un compañero, le dijo lo que
él había entendido y cual sería la sorpresa del bueno de
Antonati cuando ve que sus chavales se han liado a tortazos
con los adversarios.
Él me decía: “tuve que entrar al campo, hablé con el
árbitro, le dije lo que yo le había indicado al jugador y lo
que él debió entender, y eso nos libró de que nos expulsaran
a medio equipo”. El chaval había entendido:”Ahora a guantás”,
algo que jamás hubiera cabido en el talante y la
personalidad de Antonati. D.E.P., siempre fuiste un hombre
de bien.
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