Hemos pasado casi un mes, viviendo
en una verdadera nube, desde la que no acertamos a ver la
auténtica realidad que nos rodea y que todos, sin excepción,
tratamos de ocultar, especialmente, si no nos gusta, en vez
de hacer algo por poner remedio para que eso se elimine.
Aquí se vive mucho de apariencias, se valora el buen vivir y
cuesta trabajo admitir que hay quien, aquí y ahora, no está
viviendo con la dignidad que se merece.
Querámoslo o no, se vive mucho de estereotipos, se vive
mucho de ciertos “clisés” que no tienen, por detrás, el
respaldo necesario. Esto es lo que sucede cuando, por
ejemplo, se habla de Cataluña, la autonomía “rica por
excelencia”, en la que, además, eso de la riqueza es un
simple mito, como podremos deducir de ciertas noticias
surgidas en los últimos días, en las que se habla de que
25.000 familias, en Cataluña, están viviendo con menos de
400 euros al mes.
Esto, ni en el peor de los sueños, lo podría creer
cualquiera de los que extiende esos estereotipos que han
colocado a los catalanes en la zona de los ricos, mientras
que a los andaluces se los sitúa en el terreno de la
pobreza, o a los extremeños en el campo de la incultura.
Palabras y sólo palabras, que nada tienen que ver con la
realidad contrastable cada día.
Y es que la realidad, volviendo a Cataluña, nos apunta que a
esas 25000 familias que hemos citado se les van sumando, de
momento, otras 700 cada mes, algo que nos deja perplejos y
que viene a dar la razón, aunque muchos la traten de
ocultar, a quienes, desde hace meses, cuando tanto
politiqueo se está fijando, únicamente, en la marcha del
estatuto, vienen comentando que Cataluña, la Cataluña del
“tripartito” es la comunidad autonómica que más se está
empobreciendo de todas las autonomías de España.
Todo tiene su explicación y esa explicación se ve mejor en
tiempos de crisis que en tiempos de bonanza. Cataluña,
cuando la economía marchaba bien, ha recibido más
inmigrantes que las demás comunidades autonómicas. A
Cataluña, en los tiempos de “vacas flacas” llega el paro de
una manera más visible y más rápida que a las demás partes,
porque, especialmente, en los cinturones industriales es
donde primero aparece el fantasma del paro.
El paro aparece, pero tras el paro llegan las demás
situaciones más complicadas y muy especialmente a parte de
esos inmigrantes que, en líneas generales, ni tenían los
mejores puestos, ni tampoco los de más seguridad para
mantenerlos.
Así, poco a poco, se ha llegado a esa situación en la que
por encima de 25.000 familias están en una situación de
auténtica penuria, cosa que no va a disminuir, sino más bien
está, dando el sentido contrario, en esa autonomía, en la
que los ahorradores, los poco gastosos y los que “tenían el
trabajo asegurado siempre” era un simple mito que se
exportaba al resto del país, sin fundamento.
Y he sacado todo esto a colación hoy, porque tras lo que
pudimos oír el miércoles, cuando se nos quería poner al país
como el mismísimo de Alicia, con sus maravillas, la realidad
que hay es otra muy diferente, como la realidad de un
deportista normal es muy distinta y no se puede equiparar
con la de los que han ganado la Copa del Mundo que lleva
aparejada una cantidad nada despreciable de 600.000 euros,
por cabeza, o lo que es lo mismo, cien millones de la
antiguas pesetas, ni más ni menos.
Al final, también en esto, tenemos un país de verdaderos e
ilógicos contrastes.
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