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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

El estado de la Nación
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Debo partir de la base de que no me gustó nada, ni por el contenido, ni por las formas, lo cual nos viene a dar la razón de que la casta política, incluidos los padres de la Patria, son un mal que no nos podemos quitar de encima, aunque su utilidad sea nula, en los momentos que más tendrían que hacer algo positivo.

El discurso de por la mañana, del presidente Rodríguez Zapatero, estuvo vacío de contenido, no tenía el talento que pudiera aportar algún tipo de ilusión y era el fiel reflejo de lo que está siendo su política y los resultados de la misma, en los dos últimos años.

Y por si fuera poco, llegó su apreciación sobre la sentencia del Tribunal Constitucional, en torno al Estatuto de Cataluña. Aquí, lo mejor que podría haber hecho es haberse callado, porque su apreciación sobre el mismo va a traer cola, de ahora en adelante, y va a poner, una vez más, en tela de juicio lo que debe ser la independencia de las leyes, con respecto a los políticos. Y es que jamás un presidente del Gobierno de la Nación, en todos los años que llevamos de democracia y sobre una sentencia tan importante, ha tenido un resbalón tan grande como tuvo Rodríguez Zapatero, en la mañana de miércoles 14 de julio.

Para más INRI, Durán i Lleida no le agradeció esa interpretación, más bien lo contrario, porque los catalanes querían otras cosas, más, en otras palabras.

La intervención de Mariano Rajoy, a primeras horas de la tarde fue tremendamente dura y a tono con la situación que se le estaba presentando. No lo tenía difícil, en esta ocasión, Rajoy que terminaba su intervención, tras haberle dicho a Zapatero que era el principal obstáculo para que España saliera de esta situación, exigiéndole que convocara elecciones y se fuera.

A lo largo de esta intervención del jefe de la oposición, el presidente del Congreso, señor Bono, tuvo que pedir silencio y ordenar a ciertos miembros de la cámara que fueran respetuosos con quien estaba hablando y con todos los españoles.

Muchos de estos padres de la patria, mientras intervenía Rajoy, y otros cuando hablaba Zapatero, con su actitud, se mostraron como vulgares macarras que no saben respetar el cargo que ocupan, el lugar en el que están y lo que se estaba diciendo. Si estos macarras son los que nos van a dar unas leyes solventes ¡¡apañaos vamos a estar!!, porque no fue una vez, ni dos, fueron, cuando menos media docena de veces, hacia una parte del hemiciclo y hacia la otra. “Los mismos perros con collares de diferente color”.

La réplica de Zapatero consistió en ir al cuerpo a cuerpo, al “ y tú más”, pero sin orden, sin sentido y como si hubiera sido “picado” con un “par de banderillas”, al haberle dicho que se fuera. Anteriormente a esto, había estado arrugado, entregado y como si no tuviera, que no la tenía, una salida clara.

A partir de aquí era el cruce de palabras sin orden alguno, como lo podemos ver u oír en cualquiera de las peleas callejeras que se pueden dar a diario, el ambiente era más bien barriobajero y sin interés de ningún tipo, yo creo que ni para ellos. Zapatero estaba en su sitio, no le había ido nada bien, pero Rajoy no le había terminado de rematar cuando le tuvo entregado.

Quien sí hizo daño, con palabra modositas, pero con golpes al mentón claros y certeros fue Durán i Lleida que advirtió al presidente del Gobierno que ya nunca le daría el apoyo que le dispensó en otros momentos. Lo que quedaba claro, hasta ese instante es que el presidente del Gobierno no mostraba credibilidad a los grupos ajenos al PSOE.
 

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