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OPINIÓN - VIERNES, 16 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

El pulpo Paul y Ratón, el toro sanguinario
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Cuando lean ustedes este artículo estaremos resacosos con el Mundial. Y ahítos del gol de Iniesta y del beso de Iker y Sara. Pero ¡que nos gusta un cachondéo! El pueblo andaba mohíno y entristecido por el mal vagío que nos han metido estos de ahora, pero el ser campeones ha supuesto un álito de viento fresco. Eso lo repetirán hasta la saciedad todos aquellos que sean capaces de unir tres frases y hacerlas publicar. Porque los articulistas se ponen muy trascendentes y muy sesudos en general, aunque ninguno cuenta como los que viajaron a Sudáfrica corrieron al mercadillo de la magia para contratar los servicios de los marabúes y que nos hicieran la macumba en positivo.

Y no estoy de coña. Si pudiéramos disfrutar del regocijo innegable de ver televisados los partidos de las distintas copas africanas en los campeonatos entre ellos, tendríamos la ocasión de ver acechando en los largueros a magos, brujos, ufkires y marabúes, cada cual con sus encantamientos y sus sortilegios. Natural y normal que se empleen todos los medios para hacer ganar a los propios y perder a los contrarios. Y si existe la magia ¿Por qué no utilizarla? Desde los tiempos prehistóricos el hombre ha echado mano de las fuerzas sobrenaturales y nosotros no nos vamos a poner pijoteros y a dejar pasar oportunidades. ¿Quién puede decir que no cree en los augurios si España entera contenía el aliento por ver de la caja de que selección se comía el pulpo Paul el mejillón?.

Natural el que la ministra de nosequé quiera traerse a España al bicho y contratarle como asesor, de todos modos, entre los miles de asesores de estómagos agradecidos que pululan y chupetean en torno a los poderosos uno más no se iba a notar. Y encima Paul no lleva coche oficial sino pecera oficial y no se pega comilonas usando la visa de los “gastos de representación” sino que, el angelito, se zampa un puñado de mejillones del Mercadona y tan agradecido de que no le echen a la perola para cocinarle “a la gallega”.

Se ve que, los socialistas, aliviados por la euforia de que la selección sea campeona y haya hecho olvidar un poco el que tenemos encima más ruinas que Mérida, andan en tratos para contratar a Paul y que adivine para ellos. Por supuesto que, los peperos que se alargaron al Mundial, peperos de a pie, porque faltaron y mucho los cargos populares, esos han pedido consejo al marabú adscrito al hotel y en los humos de los saumerios ha salido claramente definida la inquietante figura del célebre Ratón, el toro sanguinario, que ya debe andar haciendo galas por los salvajes festejos de los pueblos e intentando sacarle los pulmones en vivo a todo el que se tercie. ¡Este Ratón es mucho Ratón! Pero la culpa es del público que, cada vez que engancha a una criatura y le arranca los higadillos, le ríen la gracia y le aplauden enfervorecidos. Y el astado se envanece progresivamente y ya cornear a los de pueblo le parece poco. Porque, su manager le ha relatado las hazañas del pulpo Paul, mayormente para picarle y el toro, que considera que no ha obtenido ningún tipo de protagonismo a nivel Sudáfrica, desperdiciando su proyección internacional, el toro babea, resopla y se come las pezuñas de rabia. Lógico. Si alguien puede representar a la España mágica y esotérica es un toro. Así ha sido desde el principio de los tiempos y el toro forma parte de nuestras raíces preibéricas.

Pero en ese sentido la imprevisión ha sido absoluta. Los guiris con su pulpo blandujo y nosotros ninguneando los saberes de nuestro Ratón. ¿Artes y facultades adivinatorias? Todas. Solo hubiera hecho falta soltar en un tentadero a un par de jugadores de cada selección y quien dice jugadores dice periodistas o aficionados. Distinguidos por colores. Entonces se suelta al Ratón y este hace la magia taurina propinándole tan solo un par de cabezazos en el estómago a los destinados a la gloria y corneando, escupiendo y pateando las tripas de los perdedores, con un par de graciosas acometidas a la grada para enganchar a algún cámara. ¡Esas si que son dotes adivinatorias de la España Cañí! ¿Comprenden el por qué los populares preferimos contratar al sanguinario Ratón para que adivine, antes que a un pulpo gelatinoso e informe que come insípidos mejillones y ni muerde ni acomete?. Ratón es sincero, auténtico, genuino y con el necesario toque de populismo como para que no acusen al PP de haber captado a un toro pijo.

Y en los mítines, cuando adivine al favorito entre los distintos candidatos al puesto que sea o en los congresos, es un tipo que puede dar mucho juego y proporcionar a los espectadores inolvidables buenos ratos. Así que ¡Fuera el pulpo Paul y viva el racial Ratón! Y el que prefiera a Paul es un traidor.
 

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