Hay siglos que no está uno para
nada. Me he debido de levantar, esta mañana, con el pie
izquierdo puesto que se me han venido abajo todos mis sueños
de ser nombrado, por unanimidad unánime, presidente de la
futura Comunidad Autónoma de Ceuta, esa por la que suspiran
los cuatro politiquillos de medio pelo, para poder conseguir
un carguito de ministro, secretario o subsecretario del
asunto.
Me estaba yo pensando en hacer una manifestación
multitudinaria, con unos trescientos mil ceutíes recorriendo
las calles de nuestra tierra pidiendo, a voz en grito, que
fuese el presidente de nuestra Comunidad.
En ello estaba cuando me he leído una noticia que me ha
dejado helado. Resulta que ya no es posible aumentar los
asistentes a una manifestación, por culpa, culpita, de esos
inventos modernos que, en esta ocasión, me han hecho un daño
irreparable.
Cómo será le daño que me han hecho, rompiéndome todas mis
ilusiones que he decidido retirarme a la nariz de la Mujer
Muerta y llorar a moco tendido mi gran desilusión. Desde que
leí la noticia no tengo consuelo.
Resulta que han inventado una cosa que le llaman Lynce que
realiza fotografías sobre las manifestaciones, dándoles el
resultado con un error del 15% del número de personas que
integran la misma.
Y por culpa del invento de ese maldito aparato es por lo que
me es imposible decir que trecientas mil personas iban en
esa manifestación de apoyo para nombrarme, por unanimidad
unánime, presidente de la futura Comunidad Autónoma.
Nadie se va a tragar esa bola, puesto que Ceuta sólo tiene
setenta y cinco mil habitantes. Lo dicho hay siglos que no
está uno para nada. No hay derecho a quitarle la ilusión al
personal por culpa de estos inventos modernos que, en esta
ocasión, tanto daño me han hecho.
Con la ilusión que me hacía los cargos que iba a dar, y
cuyos nombramientos los tenia escrito en una libreta azul.
Eso sí, siempre pensando en el bien del pueblo, después de
colocar a mis familiares y amigos más íntimos.
Me tenía pensando en colocar a toda la familia que, por
cierto, es larga, en una agencia para vigilar la eficiencia
de la Administración. Sí, ya se que eso no vale para nada,
pero ya los tengo colocados con unos pedazos de sueldos de
aquí te quiero ver.
Pensando en el asunto de las embajadas que vamos a abrir en
el extranjero, para no ser menos que la Generalitat, enviaré
embajadores a EE. UU, Alemania o Argentina. Y aquí tengo que
hacer una declaración, todos deberán ser familiares o amigos
de confianza, que una embajada no se le puede entregar a
cualquiera que, después, pasa lo que pasa.
Como a mí hijo le encantan los EE. UU, imitando al Carod
Rovira, ese de la corona de espina, lo enviaré allí con el
módico sueldo de 87.500 euros anuales, gastos aparte más
dietas y gastos de representación.
La ilusión me la ha quitado ese invento del Lynce. Pero
nadie me podrá negar que haya mirado por el pueblo más que
nadie.
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