La concentración organizada ayer
por el movimiento de lesbianas, gays, transexuales y
bisexuales (LGTB) en repulsa a la homofobia y la transfobia
nos recuerda que vivimos en un país donde las libertades
están consagradas en la Constitución y donde las diferencias
no existen por razones de credos, razas..., ni por
orientación sexual. En pleno siglo XXI, en un país avanzado
como el nuestro es vergonzante el hecho de que estas
organizaciones deban seguir luchando por ser iguales entre
los iguales. Significa un claro insulto a la inteligencia
mantener, oír y ver a quienes hoy en día rezuman posos de
intolerancia arcaica, retrógrada propios de un pasado de
claro-oscuros que debe quedar en la memoria colectiva como
lo que no ha de permitirse. No a la intolerancia.
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