Poco a poco, sin prisa pero sin
pausa, van desapareciendo del panorama político y del que no
es político todos aquellos a los que la tómbola de la vida
les dio la gorra y el pito con mando en plaza.
Esa gorra y ese pito hizo creer a todos estos inútiles,
ineptos y prepotentes que la tómbola se los había reglado de
por vida, pues era un legado que sólo ellos podían rechazar
el día que les apeteciera.
La mayoría de toda esa fauna de inútiles e ineptos que
recibieron ese regalo de la gorra y el pito no tardaron en
mostrar sus cartas de prepotencia, que todos estos
analfabetos que tienen un carguito con mando en plaza. Son
analfabetos en grado máximo.
De ahí el mostrar su prepotencia, lo único que pueden
anteponer, ante personas mucho más preparados que ellos pero
que, desgraciadamente, tienen que soportar el ordeno y mando
de quienes se mueven y echan bellotas.
Decía la sabia de mí abuela que: “a todos los cerdos les
llega su San Martín”. Y mí abuela, como siempre, jamás se
equivocaba en sus apreciaciones que ella basaba en refranes.
Unos refranes que, aunque algunos “intelectuales” lo quieran
negar, son auténticas sentencias populares.
No hace muchas fechas, uno de esta fauna de los de la gorra
y el pito con mando en plaza, ha desaparecido del mapa de
los agraciados por la tómbola de la vida con esa gorra y ese
pito que le daban el mando necesario, para creerse que el
carguito del que, por cierto, no tenía ni p…idea, era para
toda la vida.
Uno más de los de la gorra y el pito que desaparece
perdiendo su carguito, por el bien de esta tierra, que
bastantes ineptos, inútiles y analfabetos tiene que soportar
Este personajillo que ha perdido el carguito, de todos los
que la tómbola de la vida les regaló la gorra y el pito, es
uno de los mayores exponentes de los analfabetos que
componen esta fauna. Pues reúne todas las cualidades, sin
que le falte ninguna de ellas. Es inepto total, inútil en
grado superior y el máximo exponente de los analfabetos con
carguitos.
Falto de los más elementales conceptos de educación, con una
prepotencia de la que hacen época. Esa prepotencia de la que
tienen que rodearse todos estos inútiles para hacerse
obedecer, nada más que hacia ponerlo en evidencia ante
cualquier determinación que tomaba. Haciendo, con ello, que
todos cuanto le rodeaban, sobre todo aquellos que estaban
bajo su mando, le tomasen a cachondeo y le observasen con el
temor que dan todos aquellos personajillos de medio pelo,
perteneciente a la fauna de los analfabetos, pues
contradecirle les podía lleva a perder su puesto de trabajo.
Y resultaba hasta gracioso, el poder comprobar que un
analfabeto total, más inútil que el de una muñeca, dejándose
llevar por su soberbia, pudiese enviar al paro a aquellos
cuya cultura y conocimiento se encontraban a años luz de
este analfabeto.
Llevaba razón la sabia de mí abuela, cuando decía aquel
refrán de: ” A cada cerdo le llega su San Martín”. Adiós, tú
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