Son unos alumnos aventajados, pues la mayoría ejerce, a su
vez, como profesores. Esto es así a pesar de que se trata de
arabófonos que aprenden español, un tránsito entre dos
lenguas muy diferentes. “El hecho de que todos dominen ya
dos idiomas, el dariya y el fusa o árabe formal, y en
algunos casos, una lengua latina, como el francés, también
ayuda”, señala Guillermo Ochoa, el profesor del Instituto
Cervantes de Tetuán encargado de estos ‘Cursos de español
para líderes de comunidades islámicas’. Esta actividad,
impulsada por la Fundación Pluralismo y Convivencia, se
desarrolla por primera vez en tres ciudades españolas,
Ceuta, Madrid y Murcia.
El curso comenzó siendo un éxito de convocatoria pues, tal
como informó EL PUEBLO en su edición del pasado 27 de junio,
20 personas están en lista de espera para recibir estas
enseñanzas. En estos primeros cursos, los inscritos han sido
37, de los cuales, 26 eran ágrafos en lengua latina. El
‘Cervantes’ los ha dividido en dos grupos, uno de iniciación
a la lectoescritura y otro también básico pero dirigido a
alumnos alfabetizados en lengua latina. Este diario ha
tenido la oportunidad de compartir una de las clases con el
segundo grupo, que a pesar de contar con una docena de
inscritos, en estas fechas se encontraba “diezmado” a causa,
según apuntaban, de las responsabilidades que la mayoría
tiene como profesores de escuelas coránicas de la ciudad y
dado que estamos en el cierre del curso lectivo.
En clase nos esperaban dos mujeres, Latifa y Zainab, y dos
hombres, Aziz y Abderramán, y lo que en un principio era una
entrevista periodística acabó convertido, por iniciativa del
profesor, en una clase práctica de conversación, siguiendo
el método de “enfoque por tareas”. El tema era lo último
aprendido en clase, el uso del usted y del tuteo y la
descripción física y psicológica de las personas. Latifa, la
más extrovertida de las mujeres, abría el fuego con
preguntas sobre la familia, demostrando, tal como advertía
el profesor, un inusual nivel para los escasos dos meses
transcurridos desde que comenzaran los cursos. Según
explicaba ella en su turno de respuestas, da clases de árabe
y matemáticas en la escuela coránica de la barriada del
ferrocarril y aunque es de Castillejos, toda su familia es
ceutí y habla español, aunque ella, afirma, “nunca hasta
ahora lo había hablado”. Quizá por ser más tímida, su
compañera Zainab, también profesora de árabe, apenas se
atreve a pronunciar palabra, aunque cuando se le corrige, en
la siguiente ocasión no repite el mismo error: “Eso es
porque son profesores, y ponen mucha atención, aprenden muy
rápido”, reitera Ochoa. Zainab es de Fnideq, lleva 8 años
trabajando en la ciudad autónoma y asegura, como Latifa y
sus otros compañeros, que necesita saber español para
enseñar a sus alumnos ceutíes.
El caso de los dos alumnos es similar al de sus compañeras
en cuanto a nivel de español, Aziz, que es imán de la
Comunidad El Alba, de El Príncipe, traduce una broma de
Abderramán -imán y también como su compañero, profesor de
árabe en la mezquita Rahma, del Recinto Sur-, que afirma que
saber español “es obligatorio en la frontera, cuando le
piden los papeles”. Aziz, que vive en la vecina localidad de
Fnideq aunque procede de Marraquech, lleva tres años
trabajando en Ceuta y dice que lo que más le gusta, de la
ciudad, además de que es bonita y de su clima, es el
“respeto” que se tiene a los imanes. Para practicar fuera de
clase afirma que ve “dibujos animados” con alguno de sus
seis hijos.
En definitiva, y aunque todavía en ciernes, la experiencia
está siendo positiva, según destacan alumnos y profesor,
para este grupo de docentes que enseñan árabe a niños que
hablan español y con especial interés por aprender el
idioma.
|