Dijo ayer la Reina de España, Doña
Sofía, en unas palabras de ánimo a la Selección antes de la
final del Mundial que el equipo español estaba haciendo una
labor “maravillosa” y que sus jugadores estaban muy
“compenetrados”. Aunque sólo fuera por unos días, España ha
sido una sola voz en torno en este caso a un acontecimiento
deportivo. La emoción, la ilusión, el enardecimiento
incluso, han dejado atrás, al menos en el tiempo que ha
durado la competición de Sudáfrica, los malos momentos por
los que atraviesa el país. La Roja ha hecho subir el PIB, ha
unido a los españoles mientras en otros ámbitos, el
político, se mantenían las discrepancias. La alegría se ha
extendido por las calles de todo el territorio nacional y
Ceuta, como no podía ser de otra forma, ha respondido
también ante el histórico acontecimiento de ver a nuestra
selección disputando la Copa del Mundo de Fútbol. Los
ceutíes se han echado a la calle estos días como no se había
visto desde la visita de Sus Majestades, otro momento mágico
e irrepetible, que aunque en este caso, lo fuera más para
Ceuta, también fue compartido como acontecimiento gozoso por
españoles de otras latitudes. La voz unánime del pueblo, de
un pueblo acostumbrado a los localismos, se ha dejado oír al
fin como la de lo que es, una gran Nación preparada para
afrontar los más grandes retos, sean deportivos, económicos
o políticos. Es bueno que sea el deporte el catalizador de
ese espíritu de superación que todos los pueblos, que todos
los ciudadanos del mundo necesitamos para avanzar. El
deporte, más allá del factor mercantil que existe hoy en día
en cualquier actividad humana, sobre todo, en las que
concitan a las masas, es un ámbito en el que se refleja lo
mejor del ser humano: espíritu de superación y nobleza,
reconocimiento al esfuerzo, justicia, deportividad al fin,
una gran palabra para aplicar en cualquier ámbito de la
vida.
Si además, España es, como lo ha sido, campeona, hoy es un
día doblemente feliz y grande para todos.
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