Hay momentos en la vida en que las personas debemos
definirnos. Porque…Todos los días, debemos reafirmarnos!
¡Tomar una decisión! Y por ello, procurando ser respetuoso,
voy a tratar de comprender lo que no debo hacer y… ¿Por qué?
Porque, de esta manera intentaré justificar mis palabras y
así, después, compartiendo mis convicciones, voy a discrepar
alto y en todas partes.
¡No se debe hacer otra cosa, cuando estamos hablando del
aborto! De primeras e inocentes sangres nuevas, que caen sin
florecer por terribles decisiones de aquellos de los que
dependen. ¡Nunca se podrá hacer de otra manera! Del embrión
humano, irremediablemente sólo puede nacer un ser humano,
¡Nunca otra cosa! Luego…, ¡Desde el origen, es una vida
humana! Y si lo destruimos sin más, estaremos despojándonos
de nuestra condición humana.
¡No matarás al hijo en el seno de su madre! Decimos las
gentes del Libro. Y esta es una condición irrenunciable de
la dignidad humana. Mas, la ley del aborto que el ocurrente
gobierno de Zapatero, como en un derecho de tirano nos
impone, nos precipita en la noche de nuestra sociedad y de
nuestra civilización. Yo no puedo contar las simientes
humanas…, ni numerarlas…, pero, el aborto de una sola de
ellas me parece intolerable. La vida humana es ante todo
privada, personal y siempre proyecto; por ello, la ley del
aborto no deja de ser una cultura de violencia. ¡Y…, no todo
nos esta permitido a los hombres!
La piedra no siente ni sabe ser piedra. Las plantas, en su
eterno ciclo, flor, fruto y simiente, siempre son iguales,
nacen nuevas vidas sin identidad. ¡En ellas, la
individualidad nunca es real! Los animales, aunque en ellos
la vida se produzca a sí misma, sólo dejan pasar el tiempo
por encima de ellos, viviendo de una manera no histórica.
¡Ensayo y error marcan su vida! Sólo lo inmediato y la
adaptación les procurarán reacciones instantáneas. Pero…, en
el hombre, y… únicamente en el hombre, la vida se produce
potencialmente racional. Sólo con el hombre, se supera la
intuición, lo animal, el espacio, el tiempo y la causalidad.
¡La persona se concibe…, sin par alguno de sí misma! Y en la
concepción del ser humano, que surge de la unión de otras
dos, nace otra vida totalmente nueva e independiente. ¡Única
y distinta! ¡No es de otra manera!
¿Entonces…? si todos comprendemos que atacando el origen y
causa de algo, estamos al tiempo eliminando su proyección,
¿Qué nos esta pasando? ¿Por qué atacamos a un ser único e
irrepetible? Olvidamos que atacando el embarazo, estamos
negando también nuestra humanidad y nuestra personalidad
sustancial. O es que ¿alguien puede dudar que nuestra vida
es ante todo personal y privada, y que si la destruimos, sin
más, nos estamos despojando de nuestra condición humana?
¡Nuestra estirpe!
Pero…es que: ¡Alguien puede dudar que el derecho a la vida
es un derecho sustancial; un bien supremo, sin el cual no
cabe la existencia y el disfrute de los demás derechos!.
Porque, la vida es un derecho irrenunciable y no susceptible
de disposición por ningún gobierno. ¡Es un bien soberano que
no necesita de otro! Lo irrenunciable, es en suma la
realidad de la verdad, tanto en la vida individual como en
la colectiva.
Luego..., comprendiendo que la vida individual es un
elemento apto para la regulación jurídica, ya que una vida
real debe ser protegida por el derecho y las leyes de los
hombres. ¡Y nadie puede discutir este derecho! Y si nadie
duda entonces que el derecho a la vida nos corresponde desde
el mismo instante de nuestro origen. ¿Qué esta pasando en
nuestra sociedad? Porque, estamos hablando con duras y
prostituidas palabras de eliminar a nuestras simientes.
Porque, no nos engañemos, con la ley del aborto ¡Estamos
hablando de eliminación de embriones humanos, de fetos…, de
niños aún no nacidos!. ¡De niños, que aún no saben que
quieren ser…, si… nubes o mariposas, y que son condenados
por inaceptables endurecimientos sociales! Niños, que nunca
sabrán por qué, son enterrados donde todo esta oscuro.
¿Donde esta la ternura? ¿Qué fronteras medicinales
justifican su destrucción? ¡Es una verdadera aberración!.
Hay que sentir la desmesura del estupor de la vida. Hay que
pensar que en la tierra, el mundo debe abrirse, y que los
días deben ser repartidos entre todos. Por ello, nunca serán
justificables las manos que hieran indefensas vidas.
Mas, actualmente, y de nuevo, nos enfrentamos a otra
ocurrente y terrible ley del aborto, que llena de nuevas
triquiñuelas jurídicas pretende calificar como derecho…: ¿El
derecho a no nacer? ¿Algo que desde siempre se ha
considerado, simplemente, como un acto de impiedad? Y ¡Nada
más!
¡No matarás es una ley eterna! No matar, es un sentimiento,
que a los hombres nos indica un límite que nunca debemos
transgredir. Porque, la vida es un bien supremo que exige un
absoluto respeto, y si negamos esta realidad estaremos
actuando contra natura. Ya que si la aceptásemos… ¿Dónde
quedaría la destinación terrestre, en este mundo donde
aprendemos a seguir viviendo como personas humanas de bien?
Consecuentemente habrá que considerar que lo importante es
crecer, no plantar ni regar, y la vida es crecer. Y por
ende, seguiré pensando y admitiendo siempre lo mismo, ya
que, de otra manera, admitiendo lo contrario estaría
cambiando de persona…, discrepando de mi piel
Porque… ¿Qué derecho podría asistirme para apagar una vida
libre como la mía? Nunca, será bueno eliminar el derecho a
la autoprotección de la vida dependiente e indefensa. ¡Y si
alguien perece por culpa de sus custodios, antes o después,
a ellos se les exigirá su sangre derramada!
Por ello: ¡Gracias mamá, porque no me abortaste!
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