Apesar de mis simpatías y mi
cariño por Alemania, donde estuve varios años, en lo tocante
al fútbol, cada vez que pasamos sobre los germanos, con
equipos o con la Selección, lo celebro más, y la cosa viene
de lejos.
Uno olvida, con dificultad, aquello que te ha herido de
niño, o en la juventud, y por eso yo no puedo olvidar el
desprecio con el que ciertos personajes nos miraban, allá en
Alemania, en los días en los que se disputaba el Mundial de
Inglaterra, en el que, a las primeras de cambio, España se
tuvo que venir de vuelta, tras haber perdido y los alemanes
llegaron a ser subcampeones del Mundo en una final
vergonzosa, con árbitro ruso, que dio la victoria a los
ingleses en la final. Era 1966.
¡¡Cómo me acuerdo!!, yo llevaba muy pocos días en tierras
germanas y todos los alemanes con los que tenía contacto se
mofaban del papel que habíamos hecho.
Todavía recuerdo, y no se me olvidará jamás, como en la
fábrica de margarina, Fritz Omán AG, en Dissen TW, un grupo
de imbéciles nos llevaron una corbata negra a los españoles,
algo a lo que días más tarde respondimos nosotros, con un
ramo de flores y la foto del gol que no permitió ser
campeona a Alemania. Donde las dan ... .
Hubiera hecho cualquier cosa, entonces, con mis escasos
veinte años a cuestas, por vengarme de ellos, como hace dos
años y como hace tres días. El tiempo, pues, tiene momentos
para todos.
Ahora y es lo que falta, tenemos que vencer a Holanda y ser
campeones del Mundo. En estos momentos no me cabe la menor
duda de que lo vamos a ser, con lo que las nuevas
generaciones están viviendo lo que hubiéramos querido vivir
nosotros hace cuarenta años. Menos mal a que también nos ha
tocado vivirlo.
A nosotros, pues, nos ha tocado vivir la edad de oro de los
equipos y la etapa negra de la Selección, hasta ahora que ya
el Equipo Nacional es respetado y temido en cualquier parte.
¿Por qué esto sí y aquello no?. Es inexplicable, pero ahí
está y lo más importante es que se haya llegado a una unión
total, con la Selección, en el momento en que en otros
aspectos se está intentando trocear lo que es España. El
fútbol está uniendo.
He escrito ya sobre las banderas y cada día van saliendo
más, cuando hace escasamente un mes los que, de verdad,
sentían el valor de la bandera procuraban no exhibirla
demasiado, para que no se molestara el vecino del 5º.
Todos recordaremos la España de Casillas, Iniesta, Ramos o
Pujol, como yo recuerdo, pero con mal talante aquella
selección alemana de los Tilkosky, Uwe Séeler o F.
Beckenbauer. Aquellos llegaron a la final y se la robaron,
estos, los españoles de hoy, han llegado a la final y no
creemos que nos la pueda robar nadie, en el último partido.
Faltaría más.
Y el gol de Pujol lo he celebrado de forma especial, por ser
gol de España y porque quien lo ha marcado, tuvo una acción
hace cuatro años, que debo recordarla en Ceuta. Fue un gesto
de todo un chaval joven, con principios, hacia mi añorado
Emilio Cózar, viniendo de un partido de fuera. Emilio Cózar,
ya entonces, estaba bastante “tocado en su salud” y en un
aeropuerto, el propio Pujol le cogió la maleta y le dijo:”
traiga, señor Cózar, que yo puedo mejor”. Todo un detalle.
Mi amigo Emilio Cózar, desde allá arriba, no me cabe la
menor duda, le ha ayudado un poco a que el remate fuera
imparable. Nos metemos en la final en una fecha imborrable,
el día de San Fermín.
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