Del hundimiento del Titanic,
siempre se me viene a la memoria aquella escena en la cual
la orquesta, impertérrita ante el siniestro, seguía
interpretando el himno cristiano Más cerca ¡oh Dios de ti!
De la música en los barcos, guardo recuerdos de esas
películas en la que éstos recorrían el Mississippi llevando
a bordo tahúres y banda de música. Tampoco están lejos los
días en los que recreaba mi vista en las aventuras amorosas
que ocurrían en Vacaciones en el mar: una serie de
televisión.
Ahora se nos viene ofreciendo un gran crucero con todo
incluido... y la Orquesta Filarmónica de Viena a bordo. Una
singular experiencia, recorriendo el Báltico, con grandes
conciertos y conviviendo durante diez días con los músicos.
Un espectáculo que se me antoja tentador en todos los
sentidos. Por más que uno tenga la mala costumbre de
marearse incluso recorriendo el Estrecho en los días de
calma.
Pues bien, la razón de que escriba hoy sobre barcos
convertidos en atractivos escenarios de disfrute en todos
los sentidos, la tiene la noticia que acabo de leer en este
periódico donde aún me permiten colaborar todos los días y
fiestas de guardar. Resulta que la coalición localista
Caballas, que agrupa, por si no lo sabían ustedes todavía, a
UDCE y al PSPC, ha solicitado a la Ciudad Autónoma por medio
de una nota de prensa que estudie la posibilidad de alquilar
un barco durante un período de seis meses para comprobar los
efectos que tendría sobre el sector turístico de la ciudad
el transporte marítimo gratuito.
La idea me parece excelente. Y por qué no soñar con que
semejante medida podría permitirnos ver las calles de la
ciudad repletas de visitantes. Como otrora. Visitantes que
dejarían tanto dinero que incluso volveríamos a presenciar
el espectáculo de cómo los comerciantes entraban en los
bancos portando grandes bolsas de dinero.
En fin, que leyendo la nota publicada por la coalición
Caballas, amén de hacerme recordar lo ya referido sobre los
cruceros, hizo que a mi mente fluyera la posibilidad de
poner en práctica la siguiente idea. La que no tengo el
menor inconveniente en exponer por si las autoridades
locales la quisieran estudiar. Créanme que la doy a conocer
sin ánimo de lucro ni muchos menos pretendo que, si se
llevara a cabo y resultara un éxito rotundo, se me hiciera
el merecido homenaje por tan extraordinaria visión del
momento que nos está tocando vivir en esta ciudad.
Al grano... De un tiempo a esta parte, vengo observando unas
actuaciones que me hacen pensar en que sus protagonistas han
trabajado duramente y con aplicación. Me estoy refiriendo a
los manifestantes manejados por el sindicato de CCOO. Los
cuales han progresado de manera sorprendente en el uso de
unos instrumentos musicales que, si bien en los comienzos
destrozaban tímpanos y causaban jaquecas tremebundas en los
viandantes, ahora forman una banda de música que se ha
ganado el derecho a ser tenida en cuenta. Pues afinados sus
instrumentos y habiendo llegado a hacer de la armonía un
clamor musical, convendría poner en práctica, con urgencia,
el barco gratis que pide la coalición Caballas. Eso sí, con
la orquesta de los manifestantes amenizando el viaje.
Aseguro que él éxito sería rotundo. Y, por supuesto,
generaría puestos de trabajo.
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