Por fin, quienes han tenido
siempre el fervor por su bandera, en España, hoy como en
días pasados, desde que comenzó el Mundial, e igual que hace
dos años, cuando España ganó la Eurocopa, no van a tener que
soportar que les tilden de “fachas” al lucir el emblema más
representativo de todo el país.
En otros momentos, se han dado conflictos de banderas,
especialmente en confrontaciones políticas o en
confrontaciones deportivas, en las que cada uno quería hacer
la guerra por su cuenta.
Aquí y en esta ocasión, no. Aquí, en todo el territorio
español, desde hace casi un mes, desde que comenzó la fase
final de este Campeonato del Mundo, han desaparecido las
reparticiones, se han dejado de lado las guerras de
guerrillas y en multitud de balcones, en Salamanca, en
Ceuta, en Sevilla, en Valencia o en Segovia, aparece la
misma enseña, la que es de todos, sean del signo que sean en
su pensamiento, la que no pertenece a ningún grupete y la
que no tiene por qué ser despreciada o vilipendiada por
ningún tipo de “pueblerinos” que al son de una política
trasnochada sueñan despiertos con la repartición, con su
repartición, del país.
Menos mal a que el deporte, precisamente el deporte, del que
se han servido muchos y al que, de verdad, han servido muy
pocos, ha logrado lo que no han sido capaces de hacer entre
todos los parlamentos, nacional, nacionalistas, ni ningunos
otros de los que prefieren estar en el “batiburrillo” de la
“sopa boba”.
Por unos días, ojalá por muchos más, desde nenes de cuatro o
seis años, hasta las abuelas de más de sesenta, pasando por
los tíos, primos y demás familia, lo primero que han hecho
al ir a la compra es proporcionarse su bandera. Así ha sido
y que no se olvide el camino.
Hace dos días, recorriendo yo una de las calles que casi
sirve hoy de circunvalación de Salamanca, me llevé una grata
sorpresa, una de las más grandes de mi vida en la ciudad
charra, al ver que en más del 80% de los balcones y ventanas
ondeaba la bandera española, como si estuviéramos en un día
de fiesta local o nacional, de los más significados. Nunca
había visto algo parecido.
He dicho nunca, y he vivido muchos de mis años jóvenes en
Salamanca. Y ni siquiera cuando el anterior Jefe del Estado
visitaba esta ciudad, cosa que hizo en varias ocasiones,
hubo tanto colorido rojigualdo, como en estos días.
Esta tarde, no me cabe la menor duda, el país, desde las
siete de la tarde, va a quedar paralizado. Y hay más, ahora
ya no se puede decir que una ciudad es importante si en un
lugar apropiado y emblemático no hay una gran pantalla,
donde miles y miles de ciudadanos se reúnan para festejar la
victoria del combinado nacional, con lo que habría llegado a
la final.
Las vacaciones para muchos, lo hemos dicho ya en días
pasados, han llegado antes y se están prolongando más de lo
que esperaban a mediados de junio, y ya hay que seguir,
durante los pocos días que quedan hasta terminar la
competición.
No cabe duda que para muchos serán esas vacaciones que de
pequeño soñó y de viejo va a seguir añorando. Y es que,
quienes han dicho que aquí no había cariño por unos colores,
estaban en babia y así se está demostrando, a pesar de que a
lo largo de la historia habíamos ido de fracaso en fracaso,
o nos habían vendido gato por liebre. Las victorias con la
bandera al lado nadie las discute y no por eso a uno, ahora,
le van a llamar “facha”.
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