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OPINIÓN - MIÉRCOLES, 7 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL ESQUINAZO

Otra vez las banderas
 


Jesús Carretero
jesuscarretero@elpueblodeceuta.com

 

Por fin, quienes han tenido siempre el fervor por su bandera, en España, hoy como en días pasados, desde que comenzó el Mundial, e igual que hace dos años, cuando España ganó la Eurocopa, no van a tener que soportar que les tilden de “fachas” al lucir el emblema más representativo de todo el país.

En otros momentos, se han dado conflictos de banderas, especialmente en confrontaciones políticas o en confrontaciones deportivas, en las que cada uno quería hacer la guerra por su cuenta.

Aquí y en esta ocasión, no. Aquí, en todo el territorio español, desde hace casi un mes, desde que comenzó la fase final de este Campeonato del Mundo, han desaparecido las reparticiones, se han dejado de lado las guerras de guerrillas y en multitud de balcones, en Salamanca, en Ceuta, en Sevilla, en Valencia o en Segovia, aparece la misma enseña, la que es de todos, sean del signo que sean en su pensamiento, la que no pertenece a ningún grupete y la que no tiene por qué ser despreciada o vilipendiada por ningún tipo de “pueblerinos” que al son de una política trasnochada sueñan despiertos con la repartición, con su repartición, del país.

Menos mal a que el deporte, precisamente el deporte, del que se han servido muchos y al que, de verdad, han servido muy pocos, ha logrado lo que no han sido capaces de hacer entre todos los parlamentos, nacional, nacionalistas, ni ningunos otros de los que prefieren estar en el “batiburrillo” de la “sopa boba”.

Por unos días, ojalá por muchos más, desde nenes de cuatro o seis años, hasta las abuelas de más de sesenta, pasando por los tíos, primos y demás familia, lo primero que han hecho al ir a la compra es proporcionarse su bandera. Así ha sido y que no se olvide el camino.

Hace dos días, recorriendo yo una de las calles que casi sirve hoy de circunvalación de Salamanca, me llevé una grata sorpresa, una de las más grandes de mi vida en la ciudad charra, al ver que en más del 80% de los balcones y ventanas ondeaba la bandera española, como si estuviéramos en un día de fiesta local o nacional, de los más significados. Nunca había visto algo parecido.

He dicho nunca, y he vivido muchos de mis años jóvenes en Salamanca. Y ni siquiera cuando el anterior Jefe del Estado visitaba esta ciudad, cosa que hizo en varias ocasiones, hubo tanto colorido rojigualdo, como en estos días.

Esta tarde, no me cabe la menor duda, el país, desde las siete de la tarde, va a quedar paralizado. Y hay más, ahora ya no se puede decir que una ciudad es importante si en un lugar apropiado y emblemático no hay una gran pantalla, donde miles y miles de ciudadanos se reúnan para festejar la victoria del combinado nacional, con lo que habría llegado a la final.

Las vacaciones para muchos, lo hemos dicho ya en días pasados, han llegado antes y se están prolongando más de lo que esperaban a mediados de junio, y ya hay que seguir, durante los pocos días que quedan hasta terminar la competición.

No cabe duda que para muchos serán esas vacaciones que de pequeño soñó y de viejo va a seguir añorando. Y es que, quienes han dicho que aquí no había cariño por unos colores, estaban en babia y así se está demostrando, a pesar de que a lo largo de la historia habíamos ido de fracaso en fracaso, o nos habían vendido gato por liebre. Las victorias con la bandera al lado nadie las discute y no por eso a uno, ahora, le van a llamar “facha”.
 

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