Uno de esos conocidos que uno
tiene, no digo amigo porque no es de las personas que entran
en mi círculo de amistades, me pregunta cuáles mí opinión
sobre el Estatuto catalán.
Le respondo, con toda sinceridad, que ni me va ni me viene,
eso es algo de algunos catalanes que están en el poder y que
ese Estatuto les va a servir para seguir en el carro del
poder sin tener que bajarse de él puesto que sin esa lucha,
por la defensa de los derechos de los catalanes,
difícilmente podrían aguantar subidos en ese carro que da
poder.
Recuerdo que cuando se hizo un referéndum a favor del
Estatuto, si la memoria no me falla, la mayoría del pueblo
catalán pasó olímpicamente de esas votaciones, a igual que
está pasando, cada vez, que se le pide acudan a las urnas
para votar a favor de la independencia.
En cada ocasión en las que se les pide que acudan a votar
por la independencia, los organizadores de la misma hacen el
mayor de los ridículos, teniendo en cuenta la cada vez la
menor participación y el aumento del “no” a pesar de que se
permite votar a los dieciséis años e incluso a los
inmigrantes.
Si hay algo que me ha interesado de este Estatuto, que ni me
va ni me viene, es el reconocimiento de que Cataluña no es
una nación sino, simple y llanamente, sólo fue a los largo
de su historia un condado.
Y me ha interesado desde el punto de vista que siempre, en
todos mis escritos al referirme a eso de “nación no he
dudado, ni un sólo momento en mantener que a lo más que
puede conseguir es el reconocimiento de ser un condado. Cosa
esta que al negarle el término nación, una vez más, se me ha
dado a razón en mis apreciaciones sobre el particular.
El asunto del Estatuto, por lo visto y leído, no ha dejado
contentos a los que están subidos en el carro del poder, que
no han tardado nada de tiempo en manifestar su descontento.
Tanto es así que mientras el presidente del Gobierno celebra
la sentencia del Estatuto como un éxito y asegura que “pone
fin” a la ampliación del proceso autonómico, el
representantes de CIU, Artur Mas amenaza con tumbar a
Zapatero si insiste en que está cerrado el proceso
autonómico.
CIU le ha recordado al presidente del Gobierno que debería
ser prudente pues hace un mes la continuidad de su Gobierno
dependía de CIU en el Congreso, que le salvó en la votación
del plan de ajuste contra el déficit.
La amenaza está de una claridad meridiana, pues aunque el
líder de CIU ha vuelto a insistir que no apoyaría una moción
de censura del Partido Popular. Los próximos Presupuestos
Generales del Estado son otro cantar.
Así están las cosas con el asunto del fallo del Estatuto
catalán. Y como el que no quiere la actitud del presidente
de la Genralitat, Montilla, se lo está poniendo a CIU, como
decían que le ponían las carambolas al rey aquel,
haciéndoles más fuertes en sus pretensiones de ganar las
próximas elecciones autonómicas catalanas.
Insisto, señor mío, ese Estatuto ni me ocupa, ni me
preocupa.
|