Analistas políticos en el Magreb consultados advierten de
que el movimiento español, por el que se prescinde y se
trasladan a nada menos que trece cargos operativos del
cuerpo diplomático español en Marruecos, es para calmar al
país vecino que últimamente había relanzado públicamente sus
pretensiones anexionistas sobre Ceuta y Melilla como
respuesta inmediata a las quejas marroquíes sobre la
militarización del CNI que, bajo criterio marroquí, se
interponía en los intentos de Marruecos de avanzar en la
colaboración con España. Es la respuesta por las trabas
puestas al control del Ministerio marroquí de Asuntos
Religiosos sobre los musulmanes residentes en España, muy
criticada en la prensa próxima al Majzen del vecino país.
Que las relaciones entre Marruecos y España no son todo lo
cordiales que habían llegado a ser era una evidencia. Abbas
el Fassi primero y el ministro de finanzas después,
retomaron públicamente la reivindicación sobre las ciudades
autónomas españolas, en una clara muestra de ‘golpe’
marroquí a lo que se había considerado entre el Majzen (el
entorno looby más cercano al monarca Mohamed VI) como una
‘intromisión’ del CNI y del Ministerio de Defensa en las
‘buenas relaciones políticas’. Se acusaba al general Félix
Sanz Roldán de impedir que el Gobierno español girase hacia
una postura distinta para facilitar el enraizamiento del
musulmán español hacia la influencia del Ministerio de
Asuntos Religiosos marroquí, y se criticaba una mayor
actividad de espionaje en el norte del país magrebí.
Una situación que era analizada este fin de semana por
Carlos Ruiz (periodistadigital) del siguiente modo: “El
majzén marroquí está alarmado porque el CNI, desde que está
dirigido por el general Félix Sanz Roldán, parece que está
haciendo su trabajo: defender los intereses de España”. Y
añade: “Según el majzén, el CNI, sometido al presidente del
Gobierno y a Defensa, está bloqueando la política
entreguista hacia los intereses del majzén que promueve el
lobby pro-marroquí con el ministro Moratinos a la cabeza. La
firmeza de Defensa frente al entreguismo de Moratinos ha
provocado que la prensa oficiosa del majzén publique sendos
artículos, con injurias y amenazas veladas a España”.
Con todos estos precedentes, resulta curiosa la coincidencia
en la salida de trece cargos diplomáticos operativos, entre
ellos el propio embajador y el cónsul general de España en
Tetuán Javier Jiménez-Ugarte. “Nunca antes la Embajada de
España en Marruecos, pilar fundamental de las relaciones
exteriores, había sufrido tantos cambios en tan poco
tiempo”, dice Luis de Vega, corresponsal de ‘abc’ en Rabat.
Y es que Rabat “jamás” se ha encontrado con un Gobierno
español como el actual, “que da la impresión de buscar el
bienestar en las relaciones bilaterales al precio que sea”,
argumentan analistas españoles.
En fuentes diplomáticas españolas se insiste en que esta
coincidencia en la salida de altos cargos del cuerpo
diplomático español en Marruecos “es una casualidad”.
Casualidad o no, los que se van eran actores decisivos en el
papel diplomático.
Se va el embajador Luis Planas y también su número dos,
Alfonso Portabales. Con ellos se marcha el primer secretario
de la embajada, Javier Puig. El agregado de Interior,
Antonio Figal, ya ocupa su puesto de comisario jefe en
Andalucía occidental.
Su segundo, Rafael Martínez -un experto en el Magreb- ya
está en Madrid. El responsable del CNI en Marruecos también
abandona curiosamente su puesto, pero también el juez de
enlace, Ángel Llorente, una pieza fundamental tras los
atentados de Casablanca y Madrid. De la embajada dejan su
puesto el consejero de Laboral y el de Educación.
Caen por traslados igualmente los titulares de los
consulados de Tetuán y Nador, Javier Jiménez-Ugarte que ha
sido sustituido, de momento, por Carlos Díaz Valcárcel, y
Juan Antonio Martínez respectivamente. Se va el responsable
de la Oficina Técnica de Cooperación del AECID, Vicente
Sellés, y el agregado Naval en la embajada, David Fernández.
El zafarrancho diplomático ha llamado la atención de los
analistas que advertirían un intento del gobierno español de
calmar los ánimos marroquíes que ya habían renovado
públicamente sus pretensiones sobre Ceuta y Melilla.
|