El mundo, dentro de su variedad de
mundos libres, que debieran serlo todos, necesita unidad de
ser y de acción, sobre todo para las cuestiones de vida,
como pueden ser los principios rectores de una política
social y económica justa, capaz de proteger a los seres
humanos por lo que son y representan. Sin duda, el mejor
progreso humano, la más acertada política laboral, la
principal defensa a la familia, la más sobresaliente
protección a los derechos de las personas y a los recursos
naturales, nace de la cooperación y colaboración entre todos
los pueblos. La unión es el mayor de los poderes imaginarios
y, la unidad, el supremo manjar de la estirpe. Cuidado con
los dominadores que transmiten abecedarios falsos, carentes
de ética y con la estética maquillada. Desde luego, nos hace
falta avivar la sensibilidad cultural, el respeto a los
valores y creencias de las naciones son indispensables para
sustentar el diálogo. Sólo así se puede construir la unidad
del mundo, alimentada por el sentido de solidaridad
internacional.
Se precisa la unidad del orbe para frenar el aluvión de
violencias e ilegalidades que se sufren por todos los
rincones planetarios. Buena parte del mundo se desangra,
otra muere sin conocer nada más que el llanto, son víctimas
de gobiernos que no saben utilizar otro lenguaje, nada más
que la guerra sucia como método electoralista o la trampa de
la mentira como método destructor. Y ciertamente, la paz no
podrá consolidarse sin un esfuerzo colectivo de unión. Por
otra parte, cada día aumenta el número de refugiados que
necesitan reconstruir sus vidas tras los conflictos. Todos
somos necesarios para trabajar en la esfera humanitaria, en
la política, en la seguridad y el desarrollo. Ya lo dice un
proverbio africano “La unión en el rebaño obliga al león a
acostarse con hambre”. Ahora bien, sólo en un planeta de
ciudadanos honestos es posible esa unión verdadera y no
interesada.
Precisamente, Europa, se viene debilitando por esa falta de
unidad. El ciudadano europeo del nuevo siglo, endiosado por
sus notables realizaciones, por sus conquistas científicas,
por su vocerío de ideales de igualdad y de solidaridad, que
después no son tantas ni tan verdaderas, falla en lo más
fundamental, en hacer justicia al nombre europeísta de la
unión. Europa sigue permaneciendo dividida. Y esta herida
abierta en el costado del continente no ha hecho más que
alimentar angustia y dolor. En otras regiones de África se
advierte cada vez más riesgos para quienes intentan huir
hacia otros países en busca de subsistencia. No se entiende
y causa espanto que se suspendan servicios aéreos de
asistencia humanitaria por falta de fondos, cuando el ser
humano es lo más importante del mundo. Qué menos que hubiese
unidad en todos los continentes para combatir en verdad la
desnutrición y mejorar la seguridad alimentaria entre los
grupos más vulnerables del planeta.
En esa unidad del mundo, la mujer debe ser considerada en
igualdad con el hombre. Ellas tienen que ser también dueñas
del cambio cultural. No se pueden imponer desde fuera otras
costumbres. Curiosamente, todos los analistas
internacionales coinciden en la importancia de invertir en
el mundo femenino y en destacar su papel para alcanzar los
Objetivos de Desarrollo del Milenio. “Hasta que las mujeres
y las niñas no sean liberadas de la pobreza y la injusticia,
todas nuestras metas –paz, seguridad, desarrollo sostenible-
estarán en peligro”, acaba de decirlo el Secretario General
de la ONU, Ban Ki-moon. El derecho de las niñas a la
educación es fundamental y hay que propiciar que así sea.
Que la Asamblea General de la ONU apueste por la creación de
una nueva entidad para la igualdad de género y
empoderamiento de la mujer, bajo el nombre “ONU Mujeres”, es
otro paso adelante que a buen seguro va a contribuir a
ampliar las oportunidades y poner fin a la discriminación de
la mujer en todo el planeta.
La unidad del mundo va a depender muy mucho del protagonismo
de la mujer en la sociedad. Es de justicia que hombres y
mujeres trabajen unidos en plenitud de condiciones y de
capacitación para la construcción de un mundo más solidario.
También los analistas coinciden en que esa potenciación del
papel de la mujer, conocido como empoderamiento, pasa por
respetar sus derechos humanos, la salud sexual y
reproductiva, sin obviar la formación.
Estamos ya deseosos de que “ONU Mujeres” empiece a caminar.
Lo va a hacer en enero de 2011 y apoyará, no sustituirá, los
esfuerzos de las otras agencias del sistema de Naciones
Unidas a favor de la mujer. Estoy convencido que sólo desde
la educación puede forjarse la unidad y que, también, sólo
desde la unidad (varón-mujer) se puede dar valor a esta vida
que todos nos merecemos como personas. Nos llena de alegría,
que mi país ( España) se haya convertido en la primera
nación europea en unirse a la campaña Corazón Azul de la
Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNODC), que
combate la trata de personas.
Precisamente, según un informe de esa Oficina presentado en
Madrid, el tráfico humano es uno de los negocios más
lucrativos de Europa, siendo la mayoría de las víctimas
mujeres jóvenes que con engaños son sometidas a violación,
violencia y amenazas, son drogadas, despojadas de sus
pasaportes y chantajeadas. ¡Qué pena de mundo!
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