Los que, como servidora, fueron
jovenzuelos en los ajetreados años setenta recordaran al
grupo musical. Lo más de la trasgresión por aquel entonces,
porque, ser vulgar estaba muy mal visto y el que, unos tipos
que rascaban las tripas de la guitarra se atrevieran a
llevar el nombre de “No me pises que llevo chanclas”, en
plan populachero, era una especie de guiño al pueblo llano.
Sí, al pueblo que festejaba las efemérides agosteñas con
verbenas, al son del chin pun-chin pun del pasodoble
ejecutado por un amago de orquesta. Los chicos bailaban con
las chicas, sin rozarse. Pero ¿Qué les voy a contar? Echen
mano de Buñuel y de los posteriores revivals de la España
profunda. A mí que me registren, yo llegué a la Península en
el año 1974, directa de mi Rif a la facultad de Derecho de
Granada. No mamé por lo tanto la Oprobiosa Dictadura, ni me
pusieron frente a un pelotón de fusilamiento ni nada, ni me
represaliaron por mis ideas. Porque no estaba.
Y cuando aterricé me dediqué a estudiar, mi progenitor era
un rifeño de la vieja escuela y si decía “tu serás abogado”
había que serlo, aunque te tiraran más la medicina o la
literatura.
Pero en lo que no he cambiado es en mis firmes ideas y
principios sobre el uso de las chanclas. Siempre me ha
parecido una porquería el llevar el pie descubierto a ras
del suelo, conviviendo alegremente con gargajos de
tuberculosos, cacas de perro, chicles, detritus, meadas de
diversa procedencia, hongos de nombres impronunciables,
escupitajos cargados de virus y restos de vómitos del
botellón . ¿Qué están murmurando por tal de llevarme la
contraria? ¿Qué las aceras españolas están limpias y
repulías porque las escamondan cada noche a base de
manguerazos de agua hirviendo y dale que te pego con los
cepillos, la lejía, los antibacterias y el salfumán? Sí,
seguro, eso en sus mejores sueños, eso cuando gane el PP en
las generales y tengamos de Ministra de Sanidad a la
científica Margarita Salas.
Y cuando reformen el Codigo Penal para dar rango de norma de
obligado cumplimiento a la higiene, la salubridad, la
limpieza y la asepsia, erradicando por ley la mierda de las
ciudades. Como en Europa, que te crujen si no reciclas y
metes en bolsitas coloreadas los distintos tipos de
desperdicios. Pero en eso nosotros, los españoles, vamos
adelantados, en plan Melilla que fue “adelantada en el
Movimiento Nacional” que eso lo estudié y nuestros pobres
reciclan las basuras y los desperdicios porque los sacan de
los contenedores para comérselos. ¿Qué pasa ahora, por qué
se consternan? ¿Qué “eso” de Melilla no se puede decir?
Vale. Pero el que no sabe es como el que no ve y deberían
redactar una especie de catecismo de la progresía donde se
señale lo que se puede y no se puede decir o recordar ¿Por
qué palidecen? ¿Qué tampoco se puede utilizar el término
catecismo estando “los de ahora”? Bueno, pues que publiquen
un grimorio de la progresía, de esa misma que le ha hecho a
España la sangría y que señalen recuerdos y expresiones
lícitas e ilícitas y que, de paso, legislen sobre si, el uso
de las chanclas es equiparable al consumo de tabaco.
A saber, está permitido entrar aquí sin control sanitario e
importar todo tipo de dolencias exóticas, pero no se puede
fumar, porque fumar mata y no es tema de multiculturalismo,
mientras que la reaparición de la tuberculosis, el
sarampión, la sífilis, la gonorrea, las hepatitis más
diversas, el dengue, la malaria y multitud de virus,
bacterias y microbios de por ahí, no resulta tan letal como
el Chesterfield. ¡Lo que le cuestan a la Sanidad los
fumadores! OK, pero, como esos fumadores han cotizado para
tener derecho a la Seguridad Social no hacen más que
rentabilizar sus pagos y usar lo que les corresponde, así
que los fumadores no cuestan nada, lo tienen pagado de
antemano.
¿Qué si las patologías derivadas del antihigiénico uso de
las chanclas son costeadas por la Seguridad Social? Supongo.
Las micosis sí lo son y las infecciones plantares y tengo
entendido que mandan un líquido para la sarna. Todos los
remedios más bien baratos, porque, si fuera gravoso,
prohibirían las chanclas y multarían severamente a los
chancletosos. ¿Qué alegan? ¿Qué a quien pueden ofender unos
pies bien hidratados, libres de durezas por obra y gracia
del Doctor Scholl y con uñas perfectamente manicuradas? A
nadie. Pero se fijen ustedes en las pintas de los pirindeles
al desnudo y en cuantos han pasado por la pedicura y luego
opinan sobre el espectáculo, mientras les recuerdan el: “No
me pises que llevo chanclas”.
Pero, tras una larga jornada de pies bregando con la
porquería ambiente y con más agentes patógenos pegados que
las barbas de un talibán, lo del pisotón sobra, habría que
calzarse con los plásticos que se usan para el riesgo
bacteriológico, para atreverse a pisar un desnudo
quesoncillo contaminado.
Comparados con las chanclas el tabaco es menos letal.
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