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OPINIÓN - VIERNES, 2 DE JULIO DE 2010

 

OPINIÓN / EL OASIS

La concentración fue un fracaso
 


Manolo De la Torre
manolodelatorre@elpueblodeceuta.com
 

Si a mí me diera por convocar a los ciudadanos a una manifestación y me encontrara con que habían acudido treinta y tres un loro, lo primero que haría es retirarme del lugar, llámese plaza de los Reyes o de África, deprisa y corriendo, sin mirar hacia atrás y procurando por todos los medios no decir ni pío.

Los dirigentes de la UGT y CCOO -de Ceuta- intentaron nuevamente comprobar la fuerza que tienen sus sindicatos mediante la llamada a una concentración frente a la Delegación del Gobierno. Con el fin de que los concentrados pudieran evidenciar de qué manera están en contra de la Reforma Laboral que ha emprendido el Gobierno de la nación.

Y se llevaron un chasco morrocotudo. Obtuvieron una nueva decepción. Acumularon otro fracaso más. Pero no fueron capaces de hacer lo que yo digo que hubiera hecho en un caso así: alejarme del escenario con mi mutis a cuesta. Y si acaso hubiera decidido responder a las preguntas de los periodistas, nunca le habría echado la culpa al empedrado. Que es lo que los sindicalistas han hecho una vez más.

Porque es muy conveniente aceptar los fracasos cuando éstos se producen. Y hasta resulta de utilidad trabajarse, de cuando en cuando, la estética del perdedor. Todo antes que ponerse a largar contra quienes gozan de un empleo público bien remunerado. Acusándoles de que su inasistencia a la concentración demuestra no sólo insolidaridad con los menos favorecidos, sino que son los que propician que los sindicatos se hayan vuelto a quedar en situación desairada.

Los dirigentes sindicalistas deben reconocer que están obcecados con largar. Ofuscados de manera tan ciega cual negativa. Y si siguen convencidos de que actúan correctamente, no podrán quejarse de que cada día sean menos las personas que deseen afiliarse unas centrales sindicales que se proclaman de clase.

A mí me gustaría saber si los afiliados a UGT y CCOO –de Ceuta- pertenecen mayoritariamente a los sectores menos favorecidos. Es decir, si entre sus filas predominan más los obreros de pico y pala que los que pertenecen al sector terciario. Y, desde luego, sería muy ilustrativo conocer cuántas personas pertenecientes a ese “sector potente”, que ha sido culpado del fracaso de la concentración del día 30, pagan cuotas como afiliados.

Lo cierto es, para no seguir mareando la perdiz, que otra vez se ha demostrado el escaso poder de convocatoria que tienen los dirigentes sindicalistas. Y a las pruebas me remito: a la concentración de la plaza de los Reyes acudieron cien personas. Y estamos hablando de una población que, según datos recientes, o sea, en enero pasado, cuenta con 80,570 habitantes.

Lo cual demuestra que el fracaso de Antonio Gil y de Juan Luis Aróstegui ha sido estrepitoso. Aunque me consta que al primero, con quien siempre me he llevado bien, fiascos así le hacen pensar que algo deben estar haciendo muy mal. Y por ahí se empieza. Al segundo, en cambio, que no se percata jamás de sus mediocres posibilidades, los fracasos le sirven para que aumente su encono contra todo lo que le rodea. ¿Cuándo llegará el día en que el secretario general de CCOO asuma, de una vez por todas, que sus comportamientos sientan peor en esta ciudad que purgarse con aceite de ricino? Pues eso...
 

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