Los trabajadores españoles
despediremos en el día de hoy, sin ninguna duda, el peor mes
de nuestra historia democrática, junio de 2010. Un mes
marcado por la convalidación en el Congreso de los Diputados
de la reforma laboral aprobada por el Ejecutivo socialista
en Consejo de Ministros a través de Decreto Ley aunque, con
más abstenciones que votos favorables; 173 abstenciones, 168
votos a favor y 8 en contra. Entre el amplio número de
abstenciones debo significar la del diputado socialista,
Antonio Gutiérrez, ex secretario general de la central
sindical CCOO.
Un reforma laboral motivada como consecuencia de la nefasta
gestión de un Gobierno del partido socialista único
responsable de los cinco millones de desempleados y de la
alta tasa de déficit público. Una formación política que ha
llevado a este país, en las dos ocasiones en las que ha
gobernado, a las peores cifras socio económicas de toda
nuestra historia democrática, haciendo peligrar en ambas
ocasiones el estado del bienestar alcanzado tras años de
esfuerzos de los trabajadores españoles.
No obstante, poco o nada hemos conocido en relación al
contenido integro y las consecuencias de texto inicial
susceptible de modificaciones en su tramitación
parlamentaria aunque, si podemos afirmar sin lugar a
equivocarnos, que despedir resultará mas barato al sector
empresarial ya que, a partir de estos momentos resulta
totalmente ambiguo el término “pérdidas económicas no
coyunturales” originando que un trabajador con 45 días de
indemnización se lo podrá despedir tan sólo con 20 días.
Además, esta reforma recorta el preaviso de despido de 30 a
15 días, manteniéndose el despido “express” es decir, el
empresario se ahorra los salarios de trámite.
En 1997, el Gobierno socialista de Felipe González nos
vendió, junto a las centrales sindicales mayoritarias, el
contrato CFCI como la panacea para acabar con la alta tasa
de temporalidad del mercado laboral español y ahora, con
otro Gobierno socialista 13 años después, nos vuelven a
vender el mismo producto. Por tanto, comprobando los datos
mencionados, es más que evidente, que el dialogo social
durante estos últimos años ha venido marcado por la
opacidad, hurtando a la opinión pública las propuestas de
cada parte.
En definitiva, la reforma laboral propiciará entre otras
muchas cuestiones; un despido más fácil y barato para el
empresario, discrecionalidad empresarial en la regulación de
las relaciones laborales y organizativas del trabajo,
mantenimiento de las tasas de eventualidad, reforzamiento en
la financiación pública de los sindicatos y un mayor
empobrecimiento de los trabajadores y trabajadoras. Por
tanto, esta reforma laboral se enmarca dentro de un plan
global elaborado por el partido socialista en el Gobierno de
la nación de recorte de derechos y prestaciones sociales de
trabajadores y trabajadoras.
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