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OPINIÓN - MARTES, 29 DE JUNIO DE 2010

 

OPINIÓN / ESPAÑA CAÑÍ

La restauración de España en la Nueva Transición
 


Nuria Van Den Berghe
nuriavandenberghe
@elpueblodeceuta.com
 

Medito y regurgito … Si las siglas del archifamoso concurso televisivo son OT de Operación Triunfo, las de la etapa que, progresivamente, vamos dejando atrás serán las de TO de “Tiempos Oscuros”.

Tiempos que comenzaron, en plan profecía bíblica “sobre la sangre de los inocentes” y han estado enviando señales tenebrosas sin cesar. Las borrascas continuadas, las inundaciones, el hambre de diez millones de españoles, la ruina económica y moral y los furiosos ataques contra la religión por parte de las legiones diabólicas. Porque el Mal existe. De hecho dice la Biblia que, los hijos de las tinieblas son más listos que los hijos de la Luz, pero la ventaja de los hijos de la Luz es que, por enchufe directo, no pagamos las facturas del consumo de electricidad y encima vamos bien iluminados, calentitos en verano y fresquitos en el invierno sin mirar el contador y sin remendar de viejo, mientras que, los tineblinos, andan reveníos y echando el bofe al intentar destrozar, en el poco tiempo que les queda, lo poco que han dejado ileso.

¿La última gran diablura diabólica? Retirarle los honores a la Santa Custodia durante la celebración del Corpus e impedir que, la banda militar, hiciera sonar el himno al paso del Santísimo y se le rindieran honores. Hacer añicos la tradición, destrozar la historia, ofender gravísimamente los sentimientos religiosos de millones de españoles y aparecer ante el pueblo como lo que son: una manada de histéricos desaforados que tratan de demoler cuanto de bueno y bello poseemos. Y, como los españoles, estamos absolutamente indefensos, carecemos de alguien que dé la cara por nosotros en condiciones, porque no es “dar la cara” el soltar discursejos prefabricados en los mítines, sino acudir, como partido que representa miles de votos, a denunciar a los Juzgados ante cada ofensa, abuso o arbitrariedad. Que nunca olviden los Populares, como creyentes que son, que Jesucristo escupió a los tibios de su boca. Y que se apliquen el cuento.

Porque esto parece Bosnia y ahora comenzarán las labores de restauración que conlleva la Nueva Transición. Y, si es, será, la labor del pueblo soberano, que no la de tropecientos parlamentarios “apretadores de botón”, con el jornal asegurado y que trabajan menos que los Reyes Magos. Mejor que esos tipos se callen la boca y se estén tranquilos sentados en el escaño o tomando café en el hotel Palace. El trabajo duro tendremos que hacerlo nosotros, pariendo ideas e iniciativas y apretando hasta el estrangulamiento a los surgidos de las urnas para que echen el autógrafo y el progreso se materialice. ¿Qué mascullan con esas caras de niña del exorcista o “progre” llevado en peregrinación forzosa a Lourdes? ¿Qué el sistema, tal y como está diseñado es minimamente participativo? Vale. Pues lo cambiaremos entre toda la sociedad civil y votaremos a un Defensor del Pueblo que sí dé la cara por los españoles y ponga a caldo a los gobernantes. Quien nos defienda durante la tarea de restaurar los estragos. Ha de ser un tipo íntegro, que no un vasallo ni un vendido, un hombre al que queramos todos y en el que confiemos por su bondad e inteligencia. Yo apuesto por el Juez de Menores Calatayud, me digan ¿Quién no quiere y admira al Juez Calatayud?. Ese, ese, es quien nos ha de proteger de los abusones y de los golfos. Él exigirá que, mañana, se pongan sobre la mesa de los españoles los dineros malgastados en viajecitos en aviones Falcon y mandará hacer las cuentas de tantos años de subvenciones. Calatayud representará nuestras cuitas y nuestros anhelos y hará que se haga justicia de la buena en el día de la Nueva Transición.

Ustedes saben y yo sé que los TO, los “Tiempos Oscuros”, no han sido más que una etapa dura en la que nos han hecho sentir mucho dolor y experimentar mucha incredulidad. Los cristianos hemos sido ferozmente perseguidos y estigmatizados, pero nunca nuestros ritos y celebraciones habían sido tan multitudinarios, ni nuestra fe expuesta con mayor firmeza. Favor que nos han hecho los diabólicos, porque, al pueblo español, las persecuciones le hacen surgir la vena numantina. Y ya nos estamos frotando las manos y ensayando nuestros gori-goris con tan solo pensar en los miles de desagravios públicos que nos esperan. Hoy, nuestra religión, que es nuestra Historia de España y que conforma patrimonio, raíces y cojones, no necesita ser restaurada, está más viva y esplendorosa que nunca. El resto, el pan, el trabajo, la alegría, la esperanza y la vergüenza, el resto anda hecho unos zorros y aquí están nuestras manos, listas para arrimar cemento y todos somos jefes de obra. Todos los españoles de honor, sin excepción.
 

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