Las tres cuartas partes de los animales ingresados en el
centro de recuperación de fauna silvestre de Obimasa son
reptiles procedentes del tráfico ilegal. El resto son
mayoritariamente aves con una pequeña proporción de
mamíferos. De todos los animales recogidos, el 60 por ciento
son ejemplares incautados por el Servicio de Protección de
la Naturaleza (Seprona) de la Guardia Civil en la frontera
del Tarajal y en el servicio de embarque del puerto de la
ciudad autónoma.
Dos son los orígenes fundamentales de los animales recogidos
en el centro de recuperación de fauna Silvestre que Obimasa
tiene en la carretera de Benzú-Calamocarro: el corredor
migratorio del Estrecho, que deja decenas de aves caídas al
mar, y el comercio ilegal de especies protegidas a través de
la frontera con Marruecos.
Los parámetros están bien definidos. Así, el 75 por ciento
de los ingresos en el centro de recuperación responden a
reptiles. El resto son mayoritariamente aves, aunque hay un
pequeño porcentaje de mamíferos.
Clasificados por especies, predominan los casos
correspondientes a tortuga mora, que suponen la mitad de los
ingresos, seguida de las aves rapaces (12%), y el camaleón
(11%). El comercio con especies protegidas se denota
asimismo en los datos de distribución anual de los ingresos
según el origen: casi el 60% de los ejemplares son aportados
por el Servicio de Protección de la Naturaleza (Seprona) de
la Guardia Civil, provenientes en su mayor parte de
decomisos efectuados en la frontera del Tarajal y en el
servicio de embarque del puerto de Ceuta.
Tal y como explica Javier Martínez, biólogo de Obimasa,
ahora es una época muy adecuada para concienciar a la
población de que no se pueden adquirir en ningún caso
animales silvestres porque supone un problema para su
conservación.
El convenio Cites, suscrito por Marruecos, regula el
comercio legal de especies no amenazadas y dentro de un
número determinado. En España la legislación es más
restrictiva respecto al tráfico y la posesión de animales.
Pero la vecindad con Marruecos no es la única peculiaridad
geográfica de Ceuta a la hora de definir el trabajo en
defensa de la biodiversidad. La ciudad autónoma forma parte
de un corredor migratorio de aves entre Europa y el Norte de
África que eligen el Estrecho por ser el paso marítimo más
angosto entre un continente y otro, circunstancia que deja a
numerosas aves sobre la superficie del mar, por efectos
meteorológicos como la ausencia de corrientes térmicas, que
sobre tierra calientan la atmósfera y hace que el calor suba
y pueda ser utilizado por los buitres para elevarse y
planear. Por lo que la desaparición de estas corrientes al
sobrevolar el mar se presenta problemática.
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