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                     Es lo que, de ordinario, tienen 
					los miembros de la Guardia Civil o de la Policía Nacional, 
					por ejemplo, por cuanto, bien en servicio oficial, o al 
					encontrarse en una circunstancia en la que se haga precisa 
					su intervención, ahí están para actuar los primeros. 
					 
					Y viene esta afirmación mía, a cuento de que funcionarios 
					del CNP, hace un par de días, salvaron la vida a un hombre 
					de 46 años, a altas horas de la madrugada, arriesgando su 
					propia vida, cuando este hombre estaba a punto de ahogarse, 
					en la playa de Juan XXIII. 
					 
					Y todo sucedía después de la “fiesta” de la Noche de San 
					Juan, en la que una gran cantidad de personas se habían 
					estado divirtiendo, pasándolo bien, mientras que estos 
					servidores del orden estaban, pero para otras cosas, para 
					atender y solucionar lo que otros no hubieran sido capaces 
					de hacer. 
					 
					Efectivamente, dos policías tuvieron que lanzarse al agua en 
					torno a las dos y media de la noche, cuando varios 
					ciudadanos les habían alertado de que un hombre se estaba 
					ahogando. 
					 
					Al final, este hombre que estaba con muchísimos problemas, 
					ya, fue salvado, gracias al esfuerzo y al riesgo que 
					corrieron los agentes, que pusieron en peligro su propia 
					vida, para poder salvar la de esa otra persona. 
					 
					Estos dos policías estaban de servicio en la explanada de 
					Juan XXIII, durante esa noche de luz y fuego:” La noche de 
					San Juan”. Ellos tuvieron que lanzarse al agua para evitar 
					que este hombre falleciera ahogado, cuando ya se encontraba 
					a unos cincuenta metros de la orilla. 
					 
					La situación era muy comprometida, pero aun así, uno de 
					ellos logró extraer el cuerpo del hombre cuando ya se hundía 
					y que, de no ser por esta actuación, hubiera perecido. 
					 
					Además, el trabajo tuvo que ser todavía más complicado, 
					cuando en esas circunstancias el hombre mostraba una total 
					desesperación, al ver que por sí mismo no se hubiera podido 
					salvar. 
					 
					El primero de los agentes, cuando varios ciudadanos les 
					llamaron, no se lo pensó ni un segundo, se lanzó al agua y 
					cuando se estaba acercando a la persona que estaba corriendo 
					tanto peligro, comprobó que dicho hombre se iba 
					desapareciendo, sin remisión de ningún tipo. 
					 
					Fue en estas circunstancias donde comenzó su actuación que 
					hay que valorar, por el temple y la sangre fría de este 
					policía que no llegó a pensar en el riesgo que iba a correr 
					él, como tampoco lo pensó su compañero, al darse cuenta de 
					la gravedad de la circunstancia. 
					 
					También, el segundo policía se lanzó al agua, en dirección a 
					donde estaba su compañero y con el peligro que corría al 
					tratar de arrastrar al “bañista”. 
					 
					Al final, todo se solucionó de una manera favorable. El 
					hombre fue sacado fuera del mar, se le reanimó, en tanto que 
					uno de los dos agentes había llegado totalmente agotado. 
					 
					El trabajo, cuando no se esperaba un hecho de este tipo, 
					había llegado al final con éxito, algo que ya veremos si se 
					sabe reconocer, especialmente cuando llegan esas medallas 
					que, a veces, las reciben personas que no sabemos, en muchas 
					ocasiones, a qué se han debido. Ahora, estos dos agentes, es 
					de suponer que además de ser reconocidos por el cumplimiento 
					de su deber, bien merecerían algo más que meras palabras de 
					gratitud, ellos dos tendrán, no me cabe la menor duda, su 
					recompensa, porque la merecen. 
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