Los trastornos adaptativos han centrado las últimas jornadas
organizadas por la Unidad de Salud Mental, en las que se ha
abordado desde sus manifestaciones clínicas y el diagnóstico
diferencial hasta las actuaciones de enfermería, las
técnicas de psicoterapia o las formas de intervención
farmacológica.
Como explica el doctor Antonio Carrión, uno de los
responsables de la unidad, varias han sido las
denominaciones a lo largo de la historia de la psiquiatría
que ha recibido este trastorno, hasta que en 1980 se hace
una determinación conceptual en los manuales
internacionales, como la Clasificación Internacional de las
Enfermedades Mentales (C.I.E.) o el Manual Diagnostico y
Estadístico de los Trastornos mentales (D.S.M). La
denominación también se recoge en otros manuales como
Reacciones Vivenciales Anormales Transitorias de la
Personalidad.
Así pues, se trata de unas respuestas bien orgánicas o
psíquicas de “intensidad patológica” que se presenta frente
a un acontecimiento estresante concreto y conocido que
sobrepasa la capacidad normal de adaptación del individuo.
Estos acontecimientos estresantes pueden ser múltiples y
variados, y pueden afectar en todas las edades, culturas y
condiciones sociales, no existiendo una correlación directa
con estos elementos citados. Pueden presentarse en épocas
infantiles: ingreso en el colegio, nacimiento de un hermano,
fallecimiento de los abuelos, etc. O manifestarse en la edad
adulta: separación matrimonial o de pareja, enfermedad
crónica, sobrecarga laboral, maltrato físico o psíquico,
disfunción familiar, accidente, etc.
Los síntomas se inician dentro de las 4-12 primeras semanas
posteriores al acontecimiento o factor estresor. Sus formas
de presentación son variadas coexistiendo síntomas ansiosos,
depresivos, conductuales y somáticos.
Sin embargo, se definen seis subtipos: con ánimo depresivo;
con síntomas ansiosos; con síntomas ansioso-depresivos
(mixto); con trastorno del comportamiento; con alteraciones
emociones y del comportamiento; o bien no especificado.
Por tanto, la psiquiatría debe hacer un diagnóstico
diferencial respecto de lo que se considera una reacción
normal a situaciones estresantes; duelo normal; trastorno
por estrés postraumático; trastorno por estrés agudo;
trastornos depresivos y ansiosos; trastornos de conducta; o
descompensación de los trastornos del desarrollo de la
personalidad.
El tratamiento debe realizarse conjuntamente entre Atención
Primaria y la Unidad de Salud Mental en los casos que se
cronifiquen o pasados los seis meses sin respuestas
adecuadas.
También resulta muy importante la intervención por parte del
equipo de enfermería y psicología, aplicando técnicas como
la psicoterapia individual, la psicoeducación a los padres,
las técnicas cognitivo-conductuales, las técnicas de
relajación o afrontamiento y resolución de conflictos, etc.
El uso de fármacos sólo está indicado los síntomas son muy
intensos o existe de base cualquier otra patología
psiquiátrica. Se usan principalmente ansiolíticos y
antidepresivos para el manejo de ansiedad elevada, el
insomnio y los síntomas depresivos conductuales relacionadas
con el mismo proceso psíquico que se está intentando atajar.
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