Me llama para ver si me es posible
reunirme con varias personas que desean compartir conmigo un
tiempo de charla. La llamada procede de alguien que me cae
la mar de bien y le digo que a la hora prevista estaré en el
sitio elegido, aunque tenga que cambiar el orden de mis
obligaciones diarias.
Los cafés humean a la par que la conversación va tomando
cuerpo. En principio, se acuerda que cada cual exponga un
tema que le parezca interesante para que pueda ser debatido
por los asistentes. Las reglas del juego son claras: nadie
deberá alzar la voz ni darse por aludido ante cualquier
comentario que pueda herir su susceptibilidad. Pero todos
tenemos derecho a discrepar de cuanto creamos conveniente.
El juego encerraba peligro. Pero resultó interesante. Y
pasamos un rato muy divertido.
Yo hablé de Javier Arenas. Político perdedor y que
ahora parece que puede acabar con la primacía de los
socialistas en Andalucía. Y se me preguntó, una vez más, si
era verdad la mucha desconfianza que tenía el pariente de
Francisco Olivencia en relación con las aptitudes de
Juan Vivas para presidir el Gobierno local. Y dije que
sí. Y expliqué lo que yo había oído en la Cafetería Real,
hoy convertida en Casa Ángel, cuando Arenas vino a investir
a Vivas cual presidente de la Ciudad. Y no tuve el menor
inconveniente en decir que toda persona tiene derecho a
equivocarse. Lo bueno es que sea capaz de reconocer su
error, si procede. Y Arenas ha dado pruebas evidentes de
ello. Al airear recientemente que Vivas “es el mejor
gobernante autonómico de España”.
Se me preguntó también por qué a veces he comparado yo a JA
con Charles Boyer. Y, entre risas, aclaré que el
nacido en Olvera suele arquear la ceja izquierda tal y como
lo hacía el actor francés. Y tengo para mí que ese visaje
demuestra que el señorito andaluz nos está contando el
cuento del alfajor del instante. Nada extraño, tratándose de
un político.
El siguiente asunto que salió a relucir fue la actitud de
Juan Luis Aróstegui. El interviniente dijo que el
sindicalista le está haciendo mucho daño a Ceuta. Y que no
le cabe la menor duda de que actúa impulsado por el odio que
destila hacia quienes son capaces de ganar en las urnas lo
que tanto ansía él: un acta de diputado.
Y respondí que a lo mejor al Gobierno del PP le conviene que
el secretario general de Comisiones Obreras -en Ceuta- entre
a formar parte de la oposición. Y todos los presentes me
miraron pensando que acaba de decir una majadería. Y, claro,
me vi precisado a explicar los motivos que tengo para creer
algo así.
Otro de los participantes quiso saber cómo era posible que
José Antonio Muñoz se hubiera metido, otra vez, en un
lío tan grande como es presidir al primer equipo de la
ciudad. Porque, según el hablante, hay que tener mucho valor
con la que está cayendo para querer afrontar semejante reto.
Cada cual dio su versión. Y debo decir que todas fueron
respetuosas y preñadas de deseos favorables hacia la gestión
de un presidente que acaba de fichar a un entrenador que no
está contaminado por ese ir y venir del coro al caño de la
categoría. Lo cual tiene su importancia.
Al final, se me preguntó si esta temporada se me verá por el
Murube. Y dije que no. Aunque siempre habrá tiempo de
rectificar, si procede. Tal y como ha hecho Javier Arenas
con Juan Vivas.
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