Esta vez sí. El 17 de junio al
filo de las 14.00 el juicio quedó finalmente visto para
sentencia. Para que tiren del hilo y puedan llegar al
ovillo, sugiero al paciente lector las columnas de los
primeros días del segundo mes del año, junto con la antesala
del juicio previo con suspense cuyos pormenores pueden
encontrar en la edición del 11 de febrero. Verán como
encajan las cosas.
El pasado jueves los periodistas tetuaníes se mantuvieron,
como el firmante, en sus declaraciones mientras el agresor
Abselimo (quizás debiera escribir “presunto” hasta conocer
la sentencia), ahora sin risitas, se las daba de víctima con
ese cinismo que caracteriza a esta gente, adoptando ante su
señoría la jueza un aire mansurrón envuelto en su peculiar
hábito modelo Kandahar y sacando pecho aduciendo aquello de
“yo soy español y no insulto a nadie”. Seguro. También lo
son el emboscado islamista Riad Tatary y Abhou Dadá,
Abselimo; también es español, mira lo que son las cosas, el
chico ese de Guantánamo (sí, Abderrahmán, el del barrio de
El Príncipe) al que los tablighi enviasteis “de viaje de
estudios” a Afganistán en plena ofensiva americana… En
cuanto al letrado defensor, mi viejo amigo Abselam
Abderrahmán, yo lo encontré flojillo y poco convincente,
protestando eso sí cuando a requerimientos de su amable
señoría la jueza intentaba yo definir ciertas peculiaridades
de la secta del Tabligh que podrían explicar la agresiva
actuación de Abselimo. Todavía no sé, amigo Abderrahmán, por
qué te molestó que definiera a la Yamâa Al Tabligh como una
secta, pues como musulmán y hombre de letras sabes que ésta
es la consideración que el Tabligh tiene dentro del Islam
normalizado: una secta oscurantista y radical. En cuanto a
las declaraciones del testigo de la defensa, mi antiguo
alumno Kamal, tuvieron su interés y estimo que así hayan
sido apreciadas tanto por su amable señoría como por el
atractivo ministerio fiscal, lo mejor de la vista: a ver,
Kamal adujo en torno al lío de marras que ellos, los
tablighi, “según nuestra tradición no entendemos lo de las
fotos”. Vaya, así que ese era el fondo del problema: es
decir, que los sectarios del Tabligh intentan imponer en el
cementerio musulmán sus peculiares tradiciones antes de
exportarlas al conjunto de la sociedad musulmana ceutí. Muy
curioso. Yo tengo de Kamal un buen recuerdo, un chico amable
y trabajador (hablo del año 1995), al que poco tiempo más
tarde encuentro un día en el Tarajal ataviado “a la afgana”.
Tras saludarle y preguntarle cómo iba vestido así, me
contestó educadamente que “eran sus tradiciones”. No, Kemal.
Tus tradiciones son las chilabas “yiblis” o rifeñas y la
cultura islámica, con su peculiar morabitismo, propia del
Maghreb. No esos atuendos más propios de talibanes con los
que el violento y extremista Laarbi Maateis, cabeza visible
del Tabligh ceutí, os ha uniformado, mientras lava vuestros
cerebros con la ideología islamista y radical del Tabligh,
ajena a esta tierra, extraña por estos pagos.
Y mientras, Ceuta, siempre Ciudad Querida, sigue en la
inopia incubando generosa el huevo de la serpiente. Me
refiero al monto y destino de las últimas subvenciones……
Dinero perdido, recuerden el dicho de las flores y los
cerdillos. La gandaya radical de la Yamâa Al Tabligh no está
en venta, simplemente “alquila” por un tiempo su silencio y
pasividad. Los tablighi y su fanatizada ideología, antesala
del terrorismo islamista, morderán cuando proceda la
estúpida mano que ahora les da de comer. Es solo cuestión de
tiempo. Ya saben: “con vuestras leyes os conquistaremos y
con nuestro Islam os someteremos”. Eso es lo que se esconde
tras la espesa y oscura secta del Tabligh. Avisados quedan y
punto pelota. Visto.
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