Estaban los años ochenta tocando a
su fin, cuando José García Cosío, Cronista Oficial de
la Ciudad de Ceuta, en una animada charla me ofreció una
anécdota que tenía su interés. Así que paso a contarla:
-Mira Manolo -me dijo-. Como tú bien sabes yo voy
todos los días al Centro de Hijos de Ceuta. Y hasta hace
nada, en cuanto llegaba al local, lo primero que hacían los
socios era interesarse por los artículos que yo escribo en
los periódicos. Ahora, sin embargo, resulta que los mismos
socios han dado en la manía de preguntarme si te he leído a
ti. Y, claro, me entran unas ganas locas de mandarlos allá
donde el viento de la vuelta. Pero me contengo. Aunque no
entiendo cómo es posible que un tío como tú, que lleva tres
días y medio en el oficio, haya sido capaz de quitarme un
protagonismo que me había ganado al cabo de muchos años
escribiendo.
La anécdota de Pepe García Cosío, que tantas veces me había
abroncado en el Alfonso Murube, por estar convencido de que
yo era un entrenador de corte defensivo, me hizo reír lo
indecible y sólo me quedaba contestarle lo siguiente: Pepe,
dado que uno es lo que la gente quiera que sea y ésta ha
decidido leerme a mí más que a ti, tendrás que aguantarte. Y
el Cronista de la Ciudad de Ceuta, no muy convencido, aceptó
mi respuesta y allá que nos fuimos los dos a visitar
‘sagrarios’.
Lo contado se me ha venido a la memoria cuando he visto el
interés que ha despertado la columna en la que le he pedido
al Delegado del Gobierno que intervenga en lo tocante a esa
manifestación que lleva ya cuatro meses entorpeciendo muchas
de las tareas diarias correspondientes al vivir de los
ciudadanos.
Un interés que me ha servido para indagar acerca de las
razones existentes para que el Delegado del Gobierno no haya
decidido aún poner fin a esas reivindicaciones callejeras,
que cortan el tráfico diariamente; inundan de ruido la
arteria principal de la ciudad; causan trastornos graves a
los taxis; a los autobuses; a los comercios y a las personas
que postradas en cama no soportan el ruido ensordecedor de
la trompetería.
Y, tras esas averiguaciones, no me queda más remedio que
decirles a ustedes lo siguiente: los manifestantes van a
estar haciendo el recorrido ya conocido hasta que le salga
de las pelotas al secretario general de CCOO. Porque la ley
les ampara hasta extremos insospechados.
Así, resulta imposible que el Delegado del Gobierno pueda
echarse para adelante. Sabiendo que puede recibir una contra
judicial. Es la que está esperando impacientemente Juan
Luis Aróstegui. Que se la tiene jurada a un Delegado del
Gobierno que no está dispuesto a entrevistarse con él. Ni a
concederle nada de lo que éste anda buscando.
Ahora bien, imaginen por un momento que cualquiera de
ustedes decide circular con el coche en dirección prohibida.
Y les para la Policía Local. Y ustedes responden que aceptan
la multa. Pero que no dan marcha atrás. Y así un día y otro.
Seguro que será tratado de manera especial. En dirección
contraria circula todos los días el coche de los
manifestantes.
He ahí una infracción que podría echar abajo el tinglado que
tiene montado el sindicalista de Comisiones Obreras. Pero...
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