Los constructores de discursos invaden los medios de
comunicación y en algunos casos lo hacen de manera perversa.
Economistas que escriben de las cuentas de la 2ª B de fútbol
pero dejan de hacerlo para presentar ante la sociedad las
cuentas del sindicato generalmente de clase. Listos ellos
(los economistas constructores de discursos) que acuden a su
periódico favorito para hablar de la sociedad imperfecta e
injusta y pretenden hacerlo sobre un papel inmaculado. Son
como aquellos obispillos que hablaban de la fe y de la
verdad divina después de bendecir los cañones que iban al
frente.
Vengo a Ceuta después de haber estado rodeado por muchas
cosas buenas y malas. Entre las buenas los trabajadores y
sindicalistas vizcaínos, curtidos en las grandes fábricas y
las minas ya agotadas. Buena gente todos ellos, a los que
debemos parte de nuestra historia del último siglo. Lamento
decir, con todo el dolor, que en el caso de Ceuta algunos
sindicalistas deben dejar el parvulario matemático y
encontrar la diferencia entre el significante y el
significado de ‘Sindicato’. Con perdón.
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