“Cansados y hastiados”, así se muestran los ciudadanos, los
empresarios, los profesionales de los servicios públicos y
de los distintos gremios del transporte de reparto urbano
que han elevado definitivamente su voz ante el clamoros caos
de tráfico que se produjo ayer lunes como consecuencia de
las movilizaciones diarias promovidas por Comisiones Obreras
en protesta por la falta de trabajo. Un grupo de entre 100 y
120 desempleados “secuestran” diariamente el centro de la
ciudad en detrimento de “la libertad del resto de los
ciudadanos”, afirman varios viandantes que demandan de las
autoridades una “postura coherente”.
No sólo ya es un clamor la manera de incansable protesta
escogida por CCOO por los parados, la voz en alto la ponían
hace un mes los empresarios del centro afectados diariamente
por el transcurrir pausado y altamente ruidoso del grupo de
unos 120 manifestantes auspiciados por el sindicato de Juan
Luis Aróstegui. Ahora, se añaden a las protestas,
conductores de autobuses, taxistas, ciudadanos y, por
supuesto, los mismos empresarios.
Si hace sólo treinta manifestaban su “hartazgo” del diario
proceder de estos manifestantes, ahora elevan las qujas y
sitúan en la diana de las críticas a las autoridades “por
permitir que se secuestre diariamente el centro de la
ciudad”.
Empresarios del lugar (Paseo del Revellín) se han preguntado
si algún responsable político “se preocupa de la falta de
libertad que ocasiona el hecho de que sea cada día, a la
hora de mayor movimiento comercial, obstaculizada la
principal vía peatonal de la ciudad”.
Es más, ciudadanos de a pié, como Pedro García -que ayer se
apeaba del autobús en la avenida Juan Pablo II ante la
imposibilidad de que el servicio público accediese al
centro-, se lamentaba de que la “libre opción de los
manifestantes chocase frontalmente con la libertad de los
demás ciudadanos”, y se quejaba de que “Delegación del
Gobierno no toma medidas para salvaguardar la libertad de
movimientos de los miles de ceutíes que solemos pulular por
esta zona, en favor de los poco más de 100 personas que nos
coartan nuestra libre circulación, a la que tenemos derecho
como ciudadanos”, sentenciaba. Esta situación se plantea aún
más agria desde los sectores que tienen que ver con los
servicios públicos (autobuses y taxis). Juan es un
asalariado del taxi que tiene claro que esta protesta “está
costando dinero al sector. A esas horas, las carreras se
terminan cuando del centro se trata. No podemos culminar un
trayecto si nos pilla la manifestación por la Constitución.
El colapso de tráfico llega hasta las Puertas del Campo.
¡Esto es un sin Dios!”, manifestaba muy contrariado cuando
ayer sobre las 12’15 horas, la calle Independencia y
Jáudenes, ya era un tremendo caos circulatorio.
Los trabajadores del reparto de mercancías son también otro
de los gremios damnificados. “Hoy no sé cuando terminaré. Me
toca suministrar a varias tiendas del centro y aquí me
ves... parado”, decía Marcos en el monumental atasco de
calle Independencia.
Los ciudadanos de a pie no le van a la zaga, María Asunción
una licenciada en Derecho se preguntaba “¿Cuánto le cuesta a
diario a la ciudad soportar estas paralizaciones”. Comercios
que dejan de funcionar correctamente, taxis y autobuses que
pierden clientes, empleo de servicios de seguridad
extraordinarios para acompañar esta ‘procesión’...?. ¿Qué
pretenden conseguir en un país en crisis y tanto paro. Les
van a dar trabajo porque protesten así de ese modo?”.
Pero esta ciudadana iba a más “¿Cómo se permite que se sigan
produciendo estos cortes de tráfico; cómo se deja que se
altere cada día el ritmo de los ceutíes?, creo que ya está
bien. Los que protestan han perdido credibilidad, y el
sindicato también. Pero ya culpo a la Delegación del
Gobierno que debe impedir definitivamente esta alteración
diaria que afecta a tantos ciudadanos”, dejó claro.
Entre tanta indignación, algún ceutí se lo toma con ‘guasa’.
Es José, un vendedor de cupones en el Mercado Central: “Ya
llevamos cuatro meses aguantado las vuvuzelas. Y se quejan
en Sudáfrica”.
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