Los ceutíes nos hemos habituados a
lo largo de los años al despotismo en la atención recibida
por parte de algunas de las navieras que operan en el
Estrecho de Gibraltar y por supuesto, a las abusivas tarifas
de un servicio que debería considerarse como esencial, el
transporte de personas y mercancías entre las ciudades de
Ceuta y Algeciras, una actividad esencial para el desarrollo
socio económico de una Ciudad separada de la península por
escasos kilómetros sin ninguna duda, el servicio de
transporte público más caro en relación distancia-precio de
todos los estados miembros de la Unión Europea.
En los últimos días, hemos tenido conocimiento de dos nuevos
incidentes protagonizados por las navieras Acciona
Transmediterránea y Balearia, que demuestran la veracidad de
las críticas difundidas por unos usuarios desesperados tras
comprobar el incumplimiento de las cláusulas incluidas en el
documento suscrito entre estas y sus usuarios, desde el
momento en el que se abona el pasaje correspondiente. El
documento en cuestión, especifica claramente el horario de
salida de la embarcación por tanto, cualquier modificación
en el mismo, se convierte en un claro incumplimiento en el
contrato establecido entre ambas partes aunque, podríamos
disculpar algunos incumplimientos puntuales motivados como
consecuencia de averías mecánicas ajenas a la voluntad de
estas compañías.
No obstante, los incidentes reseñados se refieren
exclusivamente a las decisiones adoptadas desde las
direcciones de ambas compañías. En el primero de los casos,
al modificar el horario establecido inicialmente, sin previo
aviso, imposibilitando que un numeroso grupo de ceutíes
pudieran regresar a casa y el segundo, retener
premeditadamente al pasaje, tras varias horas de retraso en
su salida, provocando la indignación de quienes comprobaban
la desvergüenza de unos desalmados, que les imposibilitaban
cambiar de compañía con la única intención de poder
emprender, en la mayor brevedad posible, su desplazamiento
hasta la localidad de Algeciras. Debo señalar, en todo
momento, la inocencia de un personal que cumple
obedientemente las ordenes recibidas desde las direcciones
de unas compañías que utilizan el engaño como política
comercial.
La reacción del Ejecutivo local ante la reiteración de estas
tropelías ha sido contundente, su portavoz, Yolanda Bel,
manifestó la semana pasada, que estas actuaciones eran
insoportables, instando a todos los ciudadanos que se vieran
afectados por estas actitudes inmorales e indecentes, a que
presentaran las correspondientes reclamaciones ante la
oficina de Consumo dependiente de la Ciudad Autónoma. No
obstante, debo señalar, que el libre mercado nos ofrece a
los usuarios la posibilidad de buscar el mejor servicio
entre los productos existentes, valoremos en su justa medida
la relación entre la tarifa abonada y el servicio recibido;
puntualidad, limpieza, servicios a bordo y atención al
cliente de las tres navieras que operan actualmente en la
ruta del Estrecho y actuemos en consecuencia.
En definitiva, una vez más, las actuaciones de algunas
navieras en el trato dispensado a sus usuarios son
catalogadas como indecentes e inmorales por la portavoz del
Gobierno autonómico quien, al mismo tiempo, insta a los
damnificados interpongan las quejas correspondientes. No
obstante, la administración competente, el Gobierno de
España, a través de la Dirección General de la Marina
Mercante debería adoptar las medidas sancionadoras
correspondientes conducentes a castigar los incumplimientos
reiterados tanto, en los contratos suscritos entre las
navieras y sus usuarios así como, de los incumplimientos en
las cláusulas incluidas en el contrato de la línea de
interés público.
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