Como viene haciendo desde hace años, el profesor del Centro
Dharma Yoga Juan Carlos Ramchandani volvió este fin de
semana a las playas de Ceuta para realizar una práctica de
esta doctrina tradicional del hinduismo al aire libre,
concretamente en la playa de la Ribera.
“La práctica del yoga en la playa”, destacó Ramchandani,
“tiene un alto valor terapéutico en el ámbito físico, mental
y espiritual al realizarse la práctica en un entorno natural
y al aire libre”.
A este respecto hay que destacar que el Centro Dharma Yoga
organiza cada verano una sesión de yoga en la playa “para
que los alumnos experimenten la práctica de posturas y
ejercicios respiratorios al aire libre”. Este año ha sido el
sexto consecutivo en celebrarse la clase, realizándose por
la mañana temprano “para evitar el sol intenso”.
Durante la sesión, se enseñó “a interiorizar y no sentirse
afectado por el entorno como los ruidos del tráfico, los
curiosos mirando, etcétera, pudiéndose realizar una sesión
completa de asanas comenzando con el tradicional Surya
Namaskar o saludo al sol. Tras las asanas, se pasó al
pranayama o ejercicios respiratorios, muy beneficiosos si
estos se realizan cerca del mar, por la gran cantidad de
iones negativos (beneficiosos para el ser humano) que
contiene el agua salada.
En ese sentido Ramchandani subrayó que el pranayama “calma
la mente, purifica los pulmones y cerca del mar limpia el
organismo de radiaciones negativas producidas por aparatos
electrónicos como los teléfonos móviles y los ordenadores,
entre otros”.
La clase finalizó con una breve relajación concentrándose en
la respiración y el trasfondo de la música natural de las
olas del mar.
“El noventa por ciento de nosotros, y quizás me quede
corto”, advierte el especialista, “sufre de un modo u otro
física, mental o espiritualmente. La ciencia del Yoga
originaria de la India, nos ayuda a mantener el cuerpo como
un templo a fin de que éste se torne tan limpio como el
alma. El cuerpo es perezoso, la mente vibrante y el alma
luminosa. La práctica del Yoga desarrolla el cuerpo hasta el
nivel vibrante de la mente para que así cuerpo y mente,
habiéndose vuelto ambas vibrantes, se vean atraídos hacia la
luz del alma”.
Según el profesor del Centro ubicado en la calle Real esta
doctrina “no es una religión, ni un camino esotérico o
místico”. “Es”, puntualiza sobre el yoga, “una tradición, un
modo de vida que lleva hacia la autorrealización por el
propio esfuerzo. No pertenece a una organización en
particular o a un grupo de personas o individuos que lo
enseñen, sino que es patrimonio de todo aquel que desee
hacerlo suyo y ponerlo en práctica”.
A juicio de Ramchandani “el yoga tampoco es competición”, ya
que cada uno realiza las técnicas y ejercicios “según su
capacidad”. “No hay violencia, busca la conquista de la paz
interior y entre todos los seres y no es exhibicionismo ni
contorsionismo: su meta es seguir el progreso del individuo
y por lo tanto a la humanidad”, concluye.
El colofón a la actividad desarrollada el sábado fue un
desayuno propio del yoga, compuesto de alimentos
lacto-vegetarianos cocinados por Radhapriya, esposa de
Ramchandani, que nutren con energía positiva el cuerpo, la
mente y el alma.
Finalmente el profesor ceutí puso de manifiesto la
importancia de que el alumno “experimente el yoga en la
naturaleza” y que “todos los participantes en la actividad
apreciaron mucho esta actividad teniendo el incomparable
marco de la playa de la Ribera al amanecer”.
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